El sartén por el mango

El Papa responde a los Dubia de cinco cardenales

Conservando su estilo personal de apertura y diálogo con el mundo, el Papa responde a cada una de manera sorprendentemente clara y directa

El Papa responde a los Dubia de cinco cardenales
Paz Fernández Cueto / El sartén por el mango / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Las respuestas del Papa Francisco a las dudas que recientemente enviaron los cardenales Walter Brandmüller y Raymond Leo Burke con el apoyo de otros tres cardenales, Juan Sandoval Íñiguez, Robert Sarah y Joseph Zen Ze-kiun, han sido publicadas en español en la página web del Dicasterio para la Doctrina de la fe.  

Este asunto es de especial relevancia, no solo por la importancia de los temas que cinco cardenales piden explicación, sino también, porque muchos católicos comparten las mismas dudas, a raíz de declaraciones o acciones pastorales que no han sido ni corregidas, ni retractadas, ni suficientemente aclaradas.

Conservando su estilo personal de apertura y diálogo con el mundo, el Papa responde a cada una de manera sorprendentemente clara y directa. El texto completo se encuentra en la edición del 6 de octubre del Osservatore Romano con el título “El Papa responde a los Dubia de cinco cardenales”. Por ser temas actuales de interés general, me avoco a la respuesta 2 sobre las bendiciones de uniones entre personas del mismo sexo, y a la 4 sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres.

2).- Sobre impartir una bendición a las uniones entre personas del mismo sexo el Papa responde:  a) “La Iglesia tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio, una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos. Sólo a esa unión se llama "matrimonio". Otras formas de unión sólo lo realizan "de modo parcial y análogo" (Amoris laetitia 292), por lo cual no pueden llamarse estrictamente "matrimonio".  

b) No es una mera cuestión de nombres…, el matrimonio tiene una constitución esencial única que exige un nombre exclusivo, no aplicable a otras realidades. c) La Iglesia evita todo tipo de rito o de sacramental que pueda dar a entender que se reconoce como matrimonio algo que no lo es.

 d) …, en el trato con las personas no hay que perder la caridad que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de compresión, de ternura, de aliento. …, no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen. f) …, en situaciones moralmente inaceptables, la caridad exige no tratar de "pecadores" a s personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores, (Cf. JP II Reconciliatio et Paenitentia, 17).

e) La prudencia pastoral debe discernir formas de bendición, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio. Cuando se pide una bendición se implora el auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor. g) Sin embargo..., “una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma", esto "daría lugar a una casuística insoportable" (Amoris laetitia 304.

4).- Sobre la duda de que "la teología de la Iglesia ha cambiado" y, por tanto, la ordenación sacerdotal puede conferirse a las mujeres, el Papa les responde que a).- Primero hay que distinguir entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles  y b).- que, cuando san Juan Pablo II enseñó que hay que afirmar "de modo definitivo" la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, de ningún modo estaba menospreciando a las mujeres y otorgando un poder supremo a los varones. San Juan Pablo II también afirmó otras cosas. Por ejemplo, que cuando hablamos de la potestad sacerdotal "nos encontramos en el ámbito de la función, no de la dignidad ni de la santidad" (san Juan Pablo II Christifideles laici, 51), “si bien sólo el sacerdote preside la Eucaristía, las tareas "no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros" (Ibidem nota 190). Igualmente afirmó que, si la función sacerdotal es "jerárquica", no debe entenderse como una forma de dominio, sino que "está totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo" (san Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, 27). Aunque no es una definición dogmática debe ser acatada por todos.

Si esto no se comprende y no se sacan las consecuencias prácticas de estas distinciones, será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado sólo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia.

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
ESCRITORA, ART DEALER, AMA DE CASA Y MAMÁ
PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

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