La función de aprender, sólo se logra a través de la repetición. Se cree que existen personas talentosas e inteligentes, cuyas hazañas son notables, sin que tengan que practicar. Lo cierto es que son la excepción. La regla es que se necesita, perseverancia y continuidad, para realizar cualquier actividad de forma destacada. Lamentablemente, mucha de la juventud ha perdido capacidad de sostener vínculos con el compromiso de forma sostenida, por diversos motivos.
Sucede que la inmediatez con la que han convivido, les impide desarrollar la madurez del conocimiento. Hay razones que lo explican; Marian Rojas Estapé, una extraordinaria psiquiatra, dice lo siguiente: “…estamos en el mundo de la hiperestimulación. Todo es posible dentro del panorama de la gratificación instantánea. Las decisiones no se toman desde la reflexión, sino desde el impulso. Y eso es un problema, porque son decisiones basadas en la drogodependencia emocional, por lo que en un momento de aburrimiento, estrés o enfado, se deja todo, porque al parecer causa frustración; generando un cerebro caprichoso; y esto neuro científicamente hablando, es una corteza prefrontal muy débil.” Lo que explica, es que el cerebro tiene cada vez menos capacidad de posponer la recompensa, por ello, se abandonan, abruptamente, las relaciones de amistad, pareja, hijos, sociedad, y por supuesto, miles de empleos.
Pero repetir los ciclos de forma sostenida, es fundamental para aprender a evitar errores; y hacerse mejor, en cualquier tipo de desempeño. Lo que no es fácil de comprender en un ambiente donde resulta exasperante la repetición, sin darle algún sentido. Así que el fenómeno de la pérdida de constancia y perseverancia, a través del tiempo, es una de las razones de la poca adhesión al trabajo, a las relaciones y en general, al compromiso. ¿Has visto la serie Cobra Kai? Está basada en la película de los años noventa, Karate Kid. Tanto en la serie, como en la película, el aprendizaje de Daniel y Miguel, en sus respectivos papeles, es que la frustración, es parte de la vida, y sin la misma no hay perfección. Pero llega el momento, en que se les pide que materialicen dichos movimientos, en una competencia, donde resultan victoriosos. Entonces, todo tiene sentido.
Los nacidos a finales de los ochenta, están viviendo las consecuencias de no soportar la frustración y por ello, arriban a la realidad, sin la madurez para afrontar compromisos indisolubles, como sostener económicamente sus vidas, y la de sus familias. Cuidar a sus enfermos, reponerse ante un accidente, y visualizar su propia vejez, mismas que son eventualidades inherentes a la vida.
La desconexión de la constancia y perseverancia, han hecho que el aprendizaje para solucionar problemas cotidianos, vinculados a elementos prácticos, no haya sido completada. Fomentando la incapacidad o poca pericia, para afrontar dichos retos.
En cuanto a los Centenialls, la situación es diferente. Han transitado por una crisis mundial que los ha dejado huérfanos, económicamente vulnerables; y muchos con procesos postraumáticos, depresivos o de ansiedad. Lo cual muy probablemente, tendrá consecuencias de diversos tipos; como un acelerado proceso de maduración, y toma de decisión, para poder adaptarse a la incertidumbre que atraviesan, o situaciones de enclaustramiento, sobre reacción o alta susceptibilidad, derivados de eventos traumáticos severos. Es por lo anterior, que seguramente no habrá paralelismo generacional, ya que su mayor símbolo identificatorio, será la divergencia.
En ese sentido, la madurez ha llegado a esta juventud, de la mano de la tragedia, donde ser fuerte es su única opción, pero también, otros muchos tienen un cambio de perspectiva.
Se avizora un futuro con gente que hará mucho mejor las cosas, ante la comprensión de que el entorno en el que viven debe ser mejor. A diferencia de lo que ocurre actualmente, puede ser que tengamos una juventud que responda plenamente a cualquier reto de vida.
Los Centenialls, están destinados a aprender mediante la permanencia y el compromiso con sus familias, trabajo y sociedad, ya que saben la ecuación perfecta. Constancia y perseverancia, para un mundo mejor.
POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
