La ciudad ha experimentado con distintas opciones de transporte público, el Metro, el Tren Suburbano, el Tren Ligero, el Metrobús, la Ecobici, el Cablebús, el Trolebús y ahora el Trolebús Elevado. Todas esas alternativas han funcionado (uno pensaría que la versión elevada del trolebús también lo hará) pero tenemos dos problemas, uno es que a pesar de los avances se requiere de mayores inversiones.
En la Zona Metropolitana, de acuerdo a la última encuesta origen-destino, el 74% de los viajes se realizan en combi o micro, 67% en la Ciudad de México y 82% en los municipios conurbados del Edomex. Esto es, la mayor parte de la población no tiene acceso a los nuevos o los más accesibles y eficientes servicios de transporte. Esto probablemente explica porque, de acuerdo con la encuesta, más de la mitad de las personas requieren de más de media hora para regresar a su hogar y el 25% más de una hora.
Existen diferencias entre los habitantes de la CDMX y de los municipios conurbados, al 25% de los primeros requieren más de una hora para ir al trabajo, mientras que el porcentaje en el caso de los mexiquense es de 29%. Mientras que el 3% de los habitantes de la Ciudad de México requieren de por lo menos dos horas para transportarse a su lugar trabajo, el porcentaje aumenta a 7% en el caso de los mexiquenses.
El segundo problema entonces es que, en general, los habitantes de la CDMX tenemos acceso a mejores medios de transporte, en relación al Estado de México y que no siempre existen opciones pensadas en ofrecer alternativas para moverse entre ambas entidades de la ZMVM, además de que existen fallas serias en atender a las periferias.
Otras grandes urbes también enfrentan los retos de estar compuesta por unidades administrativas distintas. La mayoría de las mismas manejan el transporte por medio de autoridades metropolitanas. Existe una autoridad de transporte, por ejemplo, en toda el área de Washington, en la Bahía de San Francisco y a lo que conocemos como Chicago y Nueva York. Lo mismo sucede en las urbes europeas.
Esos organismos se encargan del ordenamiento, parte de la administración, de la planeación y de buscar alternativas de financiamiento para el transporte público de las urbes, independientemente de cual sea la organización administrativa de la misma, no importando si las municipalidades o incluso de los estados dónde operan son distintos. Una autoridad de esas características podría ayudar a acelerar el proceso para que más capitalinos tengamos acceso, en plazos más cortos, a los nuevos sistemas de transporte que se ofrecen.
Sería muy útil para que se generen nuevos servicios que sirvan para cruzar toda la ZMVV, para que se distribuyan de manera correcta los costos entre entidades, con financiamientos conjuntos y modos de pagos unificados. Ese tipo de institución, u otras formas permanentes de coordinación metropolitana, permitiría diseñar y poner en práctica mejores rutas, que crucen las entidades, integrar los servicios, utilizar de mejor manera la infraestructura existente y la información, así como sumar esfuerzos y acciones en el tema de seguridad en el transporte.
Esa autoridad debería servir para seguir desarrollando innovación en el transporte, algo de lo que podemos presumir desde hace varios años en la capital, pero también potenciar los servicios que ya existen, especialmente para hacerlos metropolitanos y extender el número de usuarios.
La autoridad metropolitana de transporte tendría que proponerse alcanzar metas muy claras, como reducir el tiempo de transporte al trabajo o al hogar, incrementar el porcentaje de personas que utilizan un transporte público distinto a la micro o la combi, así como disminuir también el número de viajes en auto privado y en taxi.
La autoridad sería la encargada de integrar una cartera de proyectos, evaluarlos, consultarlos y buscar alternativas de financiamiento, así, en los cambios de gobierno, la nuevas autoridades tendrían a la mano un menú de opciones viables a escoger, de acuerdo con las prioridades.
POR VIDAL LLERENAS
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