Durante el siglo XIX, el trabajo era visto como una actividad exclusiva del hombre, que permite el desarrollo del intelecto, separando de esta forma el trabajo cualitativo del llamado trabajo abstracto. En ese entonces, destacaba el deterioro de la calidad de vida debido a las largas jornadas laborales de hasta 18 horas diarias, además de la falta de medidas de sanidad y seguridad. Si bien durante las siguientes décadas se alcanzaron mejores condiciones de trabajo, el camino para ir alcanzando y construir un entorno laboral sano ha sido largo.
Hoy es más común encontrar empresas preocupadas por el bienestar y la felicidad de sus colaboradores. La cantidad de iniciativas para conseguir la satisfacción de ambas partes han sido numerosas, desde quienes permiten juegos de mesa o salas de relajación en sus instalaciones, hasta quienes directamente promueven esquemas de trabajo flexibles, híbridos o remoto –también conocido como teletrabajo. Si bien no existe una solución universal, puesto que cada industria tiene sus propias necesidades, esta última tendencia ha ido en aumento conforme la tecnología avanza. Además, otros factores como la emergencia sanitaria de 2020 han contribuido a que muchas empresas implementen esta forma de trabajo de manera forzada. En la actualidad, aunque con cifras inferiores (13,57%), el teletrabajo en 2022 sigue siendo superior a los niveles pre-pandemia.
Dicha práctica puede resultar atractiva y fomentar la productividad de la empresa, sin embargo, debemos ser conscientes de los riesgos que conlleva. La información almacenada en las computadoras personales (cuando la empresa es flexible en el uso de dispositivos), las fallas en los sistemas de información o robo de información corporativa por acceder a redes públicas no seguras son algunos de ellos. Los ataques de virus también forman parte de las vulnerabilidades, pues cada año cientos de cibercriminales intentan acceder a los dispositivos móviles de personas usuarias desprevenidas. Algunas veces, por medio de engaños tipo phishing y otras veces, de maneras más agresivas y directas como ataques a las fallas de los sistemas operativos.
En el escenario actual, los retos más críticos a los que se enfrentan tanto organizaciones como personas en su entorno laboral se encuentran en el ciberespacio. Un incidente podría resultar no solo en pérdidas financieras para una empresa, sino también en el daño personal y pérdida de la privacidad de las personas afectadas por el incidente. Estos desafíos, a diferencia de los que existían antes, se tratan de amenazas que surgen desde fuera. Por lo tanto, contar con una estrategia interna sólida es clave para hacer frente a este nuevo panorama.
Para evitar cualquier situación lamentable para las corporaciones podemos tomar medidas de prevención, como mantener nuestros antivirus y redes actualizados de manera regular, implementar políticas de ciberseguridad para monitorear algunas acciones relacionadas a la seguridad informática y solicitar el uso de dispositivos móviles proporcionados por las empresas. Asimismo, es esencial tener listo un plan de respuesta a ciberincidentes en caso de darse el peor escenario y promover capacitaciones anti-malware, phishing, vishing y otros peligros cibernéticos entre nuestra plantilla laboral.
Metabase Q, empresa que lidera la ciberseguridad en América Latina, promueve la impartición de entrenamientos en Concientización Digital y Prevención.
POR BIANCA M SANTOS
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