DESDE AFUERA

Cacofonía de las relaciones México-EU

La historia bilateral está llena de hechos que los mexicanos no pueden olvidar y los estadounidenses no quieren recordar

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En vísperas de la visita que el presidente Andrés Manuel López Obrador hará a Washington, el embajador Ken Salazar parece empeñado en hacer un gran show de cercanía entre los gobiernos de Estados Unidos y México.

En parte ese es su trabajo, hacer valer apariencias en público y tratar de poner los desacuerdos en privado, en una relación planteada sobre la base del "acuerdo en estar en desacuerdo" y aislar conflictos para evitar que contaminen el resto. El diplomático aprovechó la tradicional celebración del aniversario de la Declaración de Independencia y el 200 aniversario de las relaciones diplomáticas bilaterales para subrayar una visión de países "unidos para siempre".

La expresión es correcta, a pesar de las esperanzas de algunos en EU que creen que una pared en la frontera va a resolver problemas de larga data, o de quienes en México piensan que con declaraciones van a cancelar la realidad geopolítica del país. La frase, en todo caso, hace recordar aquella de "matrimonio sin posibilidad de divorcio" que usó en los 80 John Gavin, uno de los embajadores estadounidenses más polémicos en la historia moderna.

Pero es un hecho real en cualquiera de sus formas, y aunque es una relación asimétrica es también una de interdependencia: en lo económico están integrados y México es parte de las cadenas de producción estadounidenses; en lo ambiental son parte de las mismas cuencas ecológicas y en temas de salud están obligados a actuar de acuerdo; en lo social comparten millones de familias y la seguridad nacional de ambos países depende del otro.

De hecho, algunos de los problemas que hoy ensombrecen la relación son en realidad anecdóticos: las esperadas demandas por inversionistas estadounidenses en energía tienen un espacio para resolverse en el T-MEC, donde los excesos retóricos y legales de autoridades mexicanas pueden ser parte de los argumentos en su contra.

De la misma manera, las quejas mexicanas y canadienses por disposiciones estadounidenses de contenidos norteamericanos tienen su propio panel de solución desde enero último.

Hay otros temas, de migración y las formas de resolverla a las divergencias sobre la forma de enfrentar la delincuencia organizada y el narcotráfico, donde la colaboración real está a la sombra de debates públicos en que cada parte culpa a la otra.

Actores de la sociedad civil en ambos lados contribuyen a una discusión cacofónica. La historia bilateral está llena de hechos que los mexicanos no pueden olvidar y los estadounidenses no quieren recordar, pero es el marco para fórmulas y protocolos no escritos de comportamiento que hoy parecen estirados, tirantes, incluso, pero no rotos.

"Estamos profundamente unidos por nuestros lazos geográficos, económicos y familiares", señaló Salazar. "Somos dos naciones, con un futuro compartido". Pero es un futuro que pese a todos los esfuerzos y bases sólidas se ve lleno de baches, desconfianzas y vidrios rotos. 

   

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