MALOS MODOS

Cuba en Los Pinos

La propaganda merece ser expuesta en una democracia siempre que la exposición de marras no sea como la del llamado Complejo Cultural Los Pinos que tanto promueve el gobierno federal: Perfecto Romero, fotógrafo de la revolución

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Por supuesto, la propaganda, incluso la que promueve las causas más repugnantes, puede tener un valor estético. Ahí están algunos de los artistas visuales de la primera etapa de la revolución bolchevique, caso de Alexánder Ródchenko y su alianza con un poeta militante como Mayakovsky, o, faltaba más, Leni Riefenstahl.

Más aun, la propaganda, incluso la más piñata, merece ser exhibida en los museos públicos de las sociedades libres y respetuosas de los derechos humanos, siempre que se cumpla con el requisito de que la exposición funcione como un testimonio crítico del horror, es decir, siempre que se cumpla con el requisito de que la propaganda deje de serlo. En otras palabras, la propaganda merece ser expuesta en una democracia siempre que la exposición de marras no sea como la del llamado Complejo Cultural Los Pinos que tanto promueve el gobierno federal: Perfecto Romero, fotógrafo de la revolución.

Veterano de la guerrilla, nombrado fotógrafo del movimiento por el Che, activo a sus 88 años, Romero ha sido un testigo literalmente privilegiado de la aberración castrista, de la que su cámara no ha visto los campos de reeducación, la devastación de La Habana histórica, el aparato represivo como único logro verificable o los hospitales infrahumanos, pero sí los mítines a mayor gloria de y la presunta intimidad de los altos mandos de la tiranía, del Che a Fidel o Raúl Castro, retratados como amables, guapachosos demócratas de greña y barba, llenos de amor por el pueblo y afanes de justicia.

Para sorpresa de nadie, el gobierno mexicano, lejos de despojar de su carga propagandística el prolongado ejercicio hagiográfico de Romero, la ha potenciado. La retrospectiva es una celebración de la tiranía que, de hecho, forma parte de un esfuerzo más amplio de reivindicación dictatorial, como revela la leyenda “Jornada cultural contra el bloqueo a Cuba” que acompaña los carteles y demás propaganda oficial.

Es una hueva tener que repetirlo, pero sí: parte no desdeñable del dinero de Cultura, en este país, se va en promover regímenes capaces de encerrar a chicos de 15 años por protestar, y en luchar contra algo que no existe. Cuba no sufre un bloqueo. Sufre un embargo parcial por parte de los Estados Unidos y sobre todo sufre la devastación autoinducida del socialismo, una devastación que incluye a la cultura.

Digo, hay que tener muchos problemas para creer que hay riqueza cultural en un país que, por décadas, ha prohibido todo lo que no sea eso, propaganda, desde los Beatles hasta la mejor literatura occidental.

Como sea, vale la pena darse la vuelta y hasta hacer una especie de jornada del propagandismo: hay también ahí una muestra de Helguera, el monero. Eso sí, sean prudentes. Les puede tocar otro concierto de Amaury Pérez. Tampoco se trata de arruinarse el domingo.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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