La Encerrona

La culpa no es de las víctimas

México no puede seguir así, la sociedad y, sobre todo, las autoridades correspondientes no deben continuar con señalamientos perennes y superfluos

La culpa no es de las víctimas
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

“El Estado opresor es un macho violador” (extracto canción) Colectivo Lastesis

“Es que llevaba la falda muy corta”; “¿qué hacía sola a esas horas de la noche?”; “claro, en algo andaba metida”; “ella lo provocó”; “tiene amigos que andan en malos pasos”; “desde chiquita le gustó la fiesta”; “se juntaba con puro hombre”; “no debería de vestirse así”; “es una buscona”; “nomás calienta el boiler”; “estaba borracha”; “solo quiere llamar la atención”. Esta y otra sarta de tonterías y frivolidades son la que a diario escuchamos todas las mujeres cuando ocurre algo en contra de una mujer, ya sea acoso, violencia verbal, ataques físicos hasta un feminicidio…otro más.

Esto es un reflejo de una sociedad resquebrajada que invisibiliza a las mujeres y, de manera paralela, justifica a los hombres en sus tropelías. Tal cual como en un espejo, la mal llamada clase política actúa como esa parte de la sociedad que prefiere juzgar antes de indignarse o de buscar incesantemente la justicia para las víctimas, pero ¿qué sucede cuando estos dichos -facilones- son emitidos por las autoridades? Pues tiene lugar lo ocurrido en Nuevo León y en Jalisco (y seguramente en otras entidades, solo que con casos menos mediáticos), caer un una retahíla de mensajes confusos dentro de un montaje que solo criminaliza a las víctimas.

Las fiscalías de cada uno de los estados mencionados actuaron de manera tan similar que haría dudar al más crédulo. En el caso de Debanhi las investigaciones fueron concluyentes en que su muerte fue un “accidente” debido a una contusión craneal severa por caída a la cisterna. Con Yolanda, se les hizo fácil decir que se encontraba en estado depresivo y que se encontraron envases de veneno cerca del cuerpo inerte, es decir, “se suicidó”. En Jalisco, el fiscal convocó a una rueda de prensa para publicar sus hallazgos, Luz Raquel movió la cámara del apartamento de su vecino, incendió unos jirones de tela entre su departamento y el presunto agresor y además compró dos botes de alcohol y un encendedor el mismo día del ataque sufrido, ergo, “se inmoló”.

Existen varios factores comunes. Ambas entidades federativas son gobernadas por MC y las estrategia de comunicación política son diseñadas por las mismas personas; en dichas Fiscalías no se actúa con independencia del Ejecutivo; sin embargo, más allá de la comunicación, la situación más grave y desesperanzadora es que todas las fiscalías de los estados y la de la federación no cuentan con la capacidad necesaria ni mucho menos la sensibilidad suficiente para abordar los casos de feminicidios. No existen los criterios científicos ni la rigidez necesaria para la impartición de justicia aplicada, tampoco hay formación permanente y adecuada para llevar estos casos desde el crisol de derechos humanos.

México no puede seguir así, la sociedad y, sobre todo, las autoridades correspondientes no deben continuar con señalamientos perennes y superfluos  para revictimizar a las mujeres que han sido violentadas, aún más cuando se trate de su muerte y su memoria. El Estado mexicano tiene que estar consciente que las violencias con razón de género es el mayor problema que tenemos en estos momentos y actuar en consecuencia. A la sociedad nos toca ser empáticos, sensibles, sororos y educar a las nuevas generaciones a señalar todo tipo de agresiones y violencias, para erradicar esta terrible tragedia de inseguridad en la que vivimos las mujeres y recordar siempre: no se criminaliza a las víctimas jamás.

POR ADRIANA SARUR
ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM
@ASARUR

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