Arte y Contexto

La guerra no es chic

La estética de la guerra siempre es perturbadora aunque a veces pueda ser atrayente

La guerra no es chic
Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La estética de la guerra siempre es perturbadora aunque a veces pueda ser atrayente.

Reconocer la belleza en medio de una batalla feroz o entre los despojos de una ciudad bombardeada no es fácil de asimilar y resulta más incómodo aún en el caso de la fotografía.  

En la pintura, el grabado, el dibujo, etc., es distinto; la brutalidad de la visión de los cadáveres y heridos se ve atenuada por la sensación de distancia que nos marca la dirección de la pincelada del artista o la densidad del óleo, por ejemplo. 

Scotland Forever! (1881) de Elizabeth Thompson, es una de mis pinturas de guerra favoritas. Para empezar, el gesto de los caballos excitados mientras corren enardecidos a confrontar al enemigo es emocionante. En esta pieza observamos de golpe el frenético rostro de los jinetes combatientes, la inminencia del choque frontal con el enemigo un segundo antes de entregar la vida; podemos oler la pólvora, escuchar el galope salvaje, los gritos, los cañonazos... Todas estas experiencias que conjugan la belleza de este cuadro son disfrutables y podemos admitirlo sin culpa aunque se trate de un momento cruel. 

Con la fotografía es distinto. La distancia entre los objetivos retratados y nosotros es más corta, aún cuando se trate de una guerra acaecida en el siglo antepasado. El escenario es más difícil de manipular por el autor, quien a pesar de cuidar los encuadres o la composición obtendrá lo que su lente pueda abarcar. En esas burbujas de miseria donde hay una parte de la humanidad atrapada sin esperanza, sin higiene ni medicamentos o alimento, el dolor es literal. Por eso no puedo comprender la falta de sensibilidad de la revista Vogue al retratar a Olena Zelenski, la primera dama de Ucrania, de una forma un tanto frívola y desapegada de su realidad.

En la edición más reciente, Zelenski aparece impoluta frente a un avión despedazado luciendo un abrigo azul divino y maquillaje perfecto con tres soldados que la custodian mientras dura la sesión. En otra fotografía se ve a la primera dama sentada en unas escaleras muy lindas, en cuyos costados se aprecian los sacos de arena típicos de las trincheras acumulados de lado izquierdo y colocados de manera estratégica entre las columnas del edificio y el primer descanso del lado derecho. Me gusta la moda, me gusta Vogue, amo los zapatos y las fotografías icónicas de Annie Leibovitz, autora responsable de las imágenes en cuestión, pero esta vez no supo dar lectura al momento, ni dignificar a esta señora que seguramente es mejor de lo que la hacen parecer.

Por si fuera poco, la entrevista es mala y boba, menciona la blusa de seda cuando describe su “look” sin que venga al caso, empobrece la imagen de una mujer que seguramente es valiente, y nos hace pensar que la guerra es algo chic. Fuera de apreciaciones morales, este artículo les resultó mal aunque es interesante observar este hecho como un fenómeno real. Perdieron la oportunidad de mostrar la visión de Olena Zelenski y de una Ucrania en guerra de una forma hermosa pero asertiva. Y es que el arte es cosa de artistas, no de estetas huecos que no se saben ubicar, ni les interesa el contexto ni se quieren informar.

POR JULEN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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