ARTE Y CONTEXTO

El contexto de la estupidez o la ingenuidad de pensar que todo es respetable. Parte II

Hace algunos días una tal Mafe Walfer causó sensación en televisión hablando como guajolote para comunicarse con los extraterrestres

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace algunos días una tal Mafe Walfer causó sensación en televisión hablando como guajolote para comunicarse con los extraterrestres. Todo el mundo la vio en el horario estelar de la mañana, cuando, en principio de cuentas, los conductores pidieron respeto para sus creencias, como quien dice “con todo respeto” antes de insultarte. Obvio los memes no se hicieron esperar, así que caballerosamente “El Pato” Borghetti, entrevistador principal, se atrevió a declarar: “No la trajimos para burlarnos”, pero yo creo que sí y que tal vez Borghetti no termina de asimilar que la llevaron para burlarse de ella, de él y de toda la humanidad. 

Resulta que bajo la bóveda celeste habitamos millones de personas que necesitamos que los que hacen comentarios en televisión no digan estupideces perjudiciales para la salud. Así, el otro millón de crédulos que consumen su contenido tomarían en cuenta la posibilidad de acudir a médicos reales, de vacunarse contra el covid, de leer libros geniales o de cultivar el pensamiento crítico cuestionándose virginidades mágicas o la validez del dogma de fe. 

Decir lo que sea en un medio masivo es una gran responsabilidad. Me consta. En lo personal, nada me da más vértigo que hablar en radio o televisión; nunca me he sentido bien armada para hacerlo porque estoy consciente de que no he leído lo suficiente, de que no he bebido suficiente vino tinto, en fin, de que no tengo los 260 años mínimos que requiero para el caso. Sin embargo, aquí me tienen, abriendo la boca por escrito no sin antes haber consumido algunos minutos insoportables de entrevistas vomitivas para asegurarles, de manera informada, que esto de la Mafer Walfer, el Borghetti y los marcianos, son puras mamadas voladoras. 

Dicho esto, les voy a contar que entre mis investigaciones frívolas se me atravesaron en Youtube dos entrevistas reveladoras de Yordi Rosado. La primera fue la de “El Estaca” y Eduardo Videgaray, que causó polémica porque dijeron, sin tapujos, que habían consumido drogas y contaron un par de anécdotas divertidas sobre sus épocas de adicción a la coca y a las relaciones tóxicas.

Sin embargo, pusieron especial énfasis en lo perjudicial que era consumirlas y fueron explícitos en lo terrible de las consecuencias. Me encantó escucharlos porque no se andan con eufemismos ni son moralistas, lo que denota el respeto que le tienen a sus seguidores.

Los amé, soy fan, especialmente de “El Estaca” porque es racionalmente ateo, su negrísimo sentido del humor es extraordinario y tiene un manejo del lenguaje espléndido. Sus guarradas son lúcidas y rayanas en lo amoral pero la mezcla me parece encantadora aunque a veces no las soporte; esos malabares lingüísticos sólo pueden venir de un lector ejemplar que es brillante intelectualmente. Juntos son un par de idiotas ilustrados disfrutables sin miedo a tener una postura crítica y saben que no todo es respetable, lo que para mí es lo más respetable de ellos. 

Al terminar, en automático me apareció la entrevista de Rosado con una tal Jeshua Shamán, un tipo joven disfrazado de jefe apache hablando de la ayahuasca al que Jordi le hablaba con respeto reverencial. Sentí mucha vergüenza ajena y un gran coraje porque le estaban dando un espacio importante a un loco que fomenta la ingesta de una droga peligrosa y que, según él, te puede curar de todos tus males. Pero eso lo dejamos para la tercera parte de una serie de reflexiones sobre la estupidez que preveo será ilimitada, porque tal y como decía mi papá que dice la Biblia: “El número de los idiotas es infinito”.

POR JULEN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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