COLUMNA INVITADA

La muerte materna se puede evitar

Los casos mortalidad materna han disminuido, pero el objetivo para México de llegar a 22 muertes por cada 100 mil nacimientos está todavía muy lejos

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México
Paz Fernández Cueto / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Con tantas muertes que ha habido recientemente en el país, siento tener que abordar nuevamente el tema. Y no me refiero a las víctimas de esta violencia que nos azota sin piedad, me refiero a las mamás que han muerto desde que inició la pandemia, muertes que en la mayoría de los casos se podrían haber evitado.

Si detrás de cada muerte hay llanto, dolor y mucho sufrimiento, detrás de cada muerte materna se esconde una tragedia familiar, el hueco que deja una madre es casi imposible de llenar. En el año 2012 iniciamos una asociación llamada Red Materno Infantil, precisamente con el objeto de reducir las tasas de mortalidad materna que en México rebasaban, por mucho, los parámetros de otros países.

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Para el año 2015, habiéndose logrado algunos avances, nuestro país estuvo lejos de cumplir con la meta fijada por los Objetivos del Milenio establecidos por la ONU, quedando nuestro país en vergüenza ante la comunidad internacional. Al llegar 2019 con la pandemia, las tasas de mortalidad se dispararon hasta alcanzar la escandalosa cifra de dos mil 200 madres muertas, y otros tantos dramas detrás de cada hogar que sufrió la pérdida irreparable de una madre.

Al desatarse la pandemia rebasando la capacidad del sistema de salud, muchos hospitales maternoinfantiles fueron reconvertidos para dar atención a los pacientes de COVID-19. La jefa de Gobierno anunció un programa en el que todas las mujeres iban a ser atendidas en su maternidad, en el cual colaboraron también hospitales y organizaciones privadas. Lo cierto es que en hospitales públicos no dieron prioridad a mujeres embarazadas, ni si quiera a las que llegaban con trabajo de parto.

El compromiso de las autoridades de no desatender a estas mujeres se quedó en promesas, dando lugar al aumento exponencial en las tasas de mortalidad solamente en el primer año de la pandemia, disparándose en más de 60% respecto de otros años. Sabemos que la pandemia representó un reto en todo el mundo para cubrir la atención de los enfermos de COVID-19, sin embargo, ningún país vio aumentar, en proporción tan alarmante, la mortalidad materna como sucedió en México.

Desgraciadamente, el resultado era de esperarse ya que las cosas no se improvisan: un sistema de salud ineficiente previo a la pandemia, en donde los hospitales carecían de equipos básicos, medicamentos y personal, la cancelación del Seguro Popular, la falta de presupuesto destinado a la salud, ubicado en uno de los niveles más bajos entre los países de la OCDE, y el manejo deficiente de la pandemia, se ensañaron contra las mujeres y su maternidad.

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Por si fuera poco el encierro forzoso disparó los embarazos, mientras la Secretaría de Salud de la mano de ONG promotoras del aborto, ofrecían la pastilla del día siguiente, para tomarse en casa, sin considerar los riesgos y complicaciones que este medicamento puede presentar.

Las consecuencias se sufrieron también en zonas rurales y sitios remotos en donde las mujeres se quedaron sin recibir atención prenatal y durante el parto. Afortunadamente durante los últimos meses los casos mortalidad materna en México han disminuido, sin embargo, el objetivo plantado para México de llegar a 22 muertes por cada 100 mil nacimientos está todavía muy lejos de alcanzarse.

Es necesario que gobierno y ONG consideren la atención a la maternidad como un asunto prioritario.

PAZ FERNÁNDEZ CUETO

COLABORADORA

PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

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