COLUMNA INVITADA

Huele a podrido

Laura llevaba más de un año en la cárcel acusada de homicidio por el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, quien las responsabilizó de la muerte de su hermano

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La resolución unánime de 11 ministros del pleno de la SCJN, este lunes pasado, ordenando la liberación inmediata de Alejandra Cuevas al reconocer su inocencia y la de su madre Laura Morán, acusadas de un delito inexistente es muy grave y reclaman una respuesta inmediata.  Laura llevaba más de un año en la cárcel acusada de homicidio por el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, quien las responsabilizó de la muerte de su hermano.

Al día siguiente, el presidente se atrevió decir en la mañanera celebrando la resolución de la Suprema Corte de Justicia:  “Antes esto no sucedía cuando era un estado chueco, ahora es un estado de derecho…,” ¿Estado de derecho, cuando quien fuera expresamente nombrado con la encomienda de transformar la Fiscalía General de la República en una herramienta contra la impunidad, utilizó su poder para satisfacer su deseo de venganzas personales, manipulando y extorsionando a fiscales y jueces, fabricando procesos injustos que no tienen pies ni cabeza? Lejos de pedir una disculpa, López Obrador ratificó su confianza en el fiscal a quien debió haberle pedido la renuncia, al menos por vergüenza, para investigar a fondo la cadena de corrupción de quienes permitieron torcer la ley.

Debo reconocer que, esta vez, la actuación de los ministros de la SCJN merece mi reconocimiento y respeto, al haber mantenido su autonomía sin dejarse presionar por el fiscal. Sin embargo, la sola actuación de la Suprema Corte no garantiza el estado de derecho, ¿Se podrá decir que vivimos en un estado de derecho cuando la directamente responsable, Ernestina Godoy, titular de la fiscalía general de Justicia de la Ciudad de México, no renunció a su cargo ante la evidencia de su incapacidad o complicidad? ¿cuándo su jefa Claudia Sheinbaum, lejos de pedir disculpas a las agraviadas y dar una explicación a la sociedad, se mantiene al margen de cualquier responsabilidad como si nada hubiera sucedido? Si la Suprema Corte no hubiera atraído el caso, gracias a la presión social y al trabajo de los medios, este asunto se hubiera refundido por años, como es el de tantos hombres y mujeres encarcelados injustamente por abusos de autoridad.

Pero todo esto no es el principal problema. No podemos acostumbrarnos a vivir en un ambiente moral contaminado, enfermo, en donde la verdad ha perdido su valor, en donde, empezando por el presidente, cada quien puede decir lo que les plazca aunque sea contrario a lo que sucede en la realidad. No podemos acostumbrarnos a actuar en contra a lo que dicta la conciencia, si es que todavía se tiene conciencia; a no creer en nada, a ignorarnos, a ser indiferentes ante injusticias que claman al cielo, ante atropellos que padecen los demás, preocupándonos solamente por nosotros mismos. Conceptos como solidaridad, compasión o perdón han perdido su profundidad y sus dimensiones, somos parte de un cuerpo social donde la podredumbre de unos contamina a todos. Los poderosos no deben ser todopoderosos porque el poder corrompe y, el poder absoluto, corrompe absolutamente. El populismo es el alimento de la tiranía, si no queremos perpetuar a López Obrador en el poder este 10 de abril lo mejor es:  NO VOTAR.

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO

PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

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