En el mundo, apenas sobrevive un puñado de partidos hegemónicos. La mayoría han desaparecido o tienden a hacerlo. No sé si sea el caso del PRI, pero se parece mucho. El partido que a principios de siglo cedió el poder y que tuvo la oportunidad de recuperarlo 12 años después, no es ni la sombra de lo que era hace una década. En gran medida es su responsabilidad.
Sus escándalos de corrupción son un lastre que no se podrán sacudir; para una mayoría del electorado, el PRI es sinónimo de lo más deleznable de la historia nacional, y el refuerzo a esa opinión está presente todos los días con las conferencias desde Palacio Nacional. Es algo mítico y poético: así como Zeus derrotó a su padre para convertirse en el rey del Olimpo, Morena está desfondando al PRI y está adquiriendo su santo y seña.
Es paradójico, pero en Morena, hay más priistas que el PRI. Ocho de las y los gobernadores electos por Morena en 2021 y este 2022, militaron en el PRI, algunos hasta por más de treinta años. El Presidente la República es también un ex priista, y aplica el dicho: lo que bien se aprende, no se olvida. Quizá esta es la gran diferencia con la derrota del 2000. Al PRI lo abandonaron quienes en gran medida forman las filas del nuevo partido poderoso de México.
Las elecciones de la última década develan la peor debacle tricolor. Para poner en contexto las cosas, hay un dato que no deja de ser desalentador para un partido que alguna vez control todos los ámbitos políticos y sociales de la vida nacional. En solo seis años, el PRI perdió a más del 60 por ciento de su fuerza electoral. De acuerdo con los Programas de Resultados Electorales Preliminares (PREP) de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, el pasado 05 de junio, el PRI recibió poco más de 822 mil votos, un número muy lejano de los más de 2 millones que obtuvo en 2016.
Para este 2022, obtuvo 18.1 por ciento menos votos que en 2021. En Quintana Roo obtuvo solo el 3.40 por ciento de la votación, en Tamaulipas aportó a la alianza el 4.43 por ciento y en Aguascalientes el 7.29 por ciento.
Pero si lo anterior no es esclarecedor, lo siguiente da una idea de la derrota del PRI: de acuerdo con los padrones de militantes de los partidos políticos nacionales publicados por el INE en las elecciones de 2018 y 2021, el PRI habría perdió al 78 por ciento de sus afiliados.
Por eso no se entiende el discurso de Alejandro Moreno, quien se aferra al liderazgo tricolor a pesar de la catástrofe. En tres años de mandato, ha perdido 10 gubernaturas con las siglas del PRI.
Detrás de la necedad de Alito, puede que haya algo más que el interés de obtener la candidatura de 2024, pues en Palacio Nacional parece estar más que contentos con su desempeño: hace todo lo posible para perder. Morena vive sus años dorados. A poco más de una década de su creación gobierna 20 entidades, más otras dos como aliado político. Pero tendrá que darse cuenta que en algunos estados hubo más abstencionismo que votos a su favor. Llamada de atención.
POR CARLOS ZÚÑIGA
@carloszup
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