COLUMNA INVITADA

El libre mercado, una solución

Algunas formas de organizar la sociedad animan a la gente a innovar, a correr riesgos, a ahorrar para el futuro, a encontrar formas mejores de hacer las cosas, a aprender y a educarse, a resolver los problemas de la acción colectiva y a producir bienes públicos; otras no

OPINIÓN

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Luis David Fernández Araya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La consecución de un nivel avanzado de desarrollo económico requiere combinar el libre mercado con la eficiente intervención del Estado.

Las instituciones públicas cumplen un papel económico fundamental en las economías desarrolladas mediante el establecimiento del marco legal que fija las reglas de interacción entre los agentes económicos y otorga seguridad a las transacciones, y mediante la provisión de regulación y bienes públicos que compensan los fallos de mercado y promueven la cohesión social.

El papel clave que juega el marco legal en el funcionamiento de una economía aparece ya explicado en el tantas veces citado párrafo de Adam Smith en La Riqueza de las Naciones, el comercio y la manufactura rara vez florecen mucho tiempo en cualquier Estado que no goza de una administración regular de la justicia, en el que el pueblo no se sienta seguro en la posesión de sus bienes, en el que la confianza en los contratos no esté respaldada por la ley y en el que la autoridad del Estado no se emplee regularmente para hacer cumplir el pago de las deudas a todos aquellos que son capaces de pagar.

En pocas palabras, el comercio y las manufacturas no pueden florecer en un Estado en el que no exista cierto grado de confianza en la justicia del gobierno. El primer análisis detallado y moderno de los mecanismos que ligan el desempeño económico con el marco institucional, y las primeras aplicaciones de ese análisis a la experiencia histórica de distintos países, las instituciones como las reglas formales e informales de juego que estructuran la interacción social.

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Algunas formas de organizar la sociedad animan a la gente a innovar, a correr riesgos, a ahorrar para el futuro, a encontrar formas mejores de hacer las cosas, a aprender y a educarse, a resolver los problemas de la acción colectiva y a producir bienes públicos; otras no.

El debate sobre los efectos de la calidad de las instituciones de gobierno en el desarrollo económico ha tenido un gran impacto sobre las teorías que tratan de explicar por qué los niveles de prosperidad son tan dispares entre países. Los modelos sobre el crecimiento económico de los años 50 y 60 ponían el énfasis en la acumulación de factores productivos como lo son el capital físico y el humano, no obstante, estos modelos y los que les siguieron con un mayor énfasis en el avance tecnológico, se desarrollaron sin referencia explícita al entorno institucional.

En los modelos de crecimiento tradicionales faltaba una explicación más básica que diera cuenta de por qué los niveles de capital físico y humano o de innovación que iban en paralelo con el crecimiento son diferentes en unos países y otros. Para estos autores y para buena parte de los economistas posteriores especializados en el crecimiento y el desarrollo económico, las diferencias en las instituciones establecen las reglas del juego económico y determinan la calidad de la gobernanza de cada país son una variable fundamental en la explicación de las diferencias de inversión en capital físico, humano e innovación. Cabe preguntarse, si la calidad institucional es tan importante para la prosperidad, ¿por qué hay tantas sociedades con unos resultados económicos tan negativos que no han puesto en marcha las instituciones que aseguran el crecimiento? La clave está en que las instituciones también contribuyen a determinar la distribución de la riqueza y los recursos de la sociedad.

POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
COLABORADOR
@DRLUISDAVIDFER

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