Emprender un negocio nunca ha sido fácil. Requiere de una adecuada planeación y conocimiento en varios aspectos para disminuir los riesgos. Si bien la pandemia de COVID 19 representó un momento complicado para las economías del mundo, también significó la reconfiguración de los procesos, abriendo oportunidades a la innovación y la solución de los retos más recientes que aparecieron de manera inesperada. De esta manera, los nuevos desafíos demandan resoluciones actuales e innovadoras.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de octubre de 2020 a julio de 2021 cerraron aproximadamente 1.6 millones de negocios, definitivamente esto fue un duro golpe a la economía de varias familias mexicanas, quienes ante la suspensión de actividades y el casi nulo apoyo del sector público se decidieron por cesar sus negocios ante el negativo panorama económico.
No obstante, a más de dos años del comienzo de la emergencia sanitaria y varios meses después de que el PIB nacional cayó más de 20%, en el momento más álgido de la crisis y el aislamiento, el espíritu emprendedor se mantiene encendido e impulsado por una red de apoyo que se ha construido durante dos décadas aproximadamente.
Aunque no existieron políticas públicas estratégicas que amortiguaran la caída de la economía y que procuraran a los pequeños empresarios, el ecosistema emprendedor de nuestro país se ha solidificado a tal grado que se ha mantenido como esta red, capaz de brindar acompañamiento y soporte a quienes se animen a concretar algún emprendimiento.
Entonces, ¿es posible y viable que nazcan empresas en la etapa de recuperación después de la crisis sanitaria mundial? ¡Por supuesto que sí! Incluso, nos atrevemos a decir que es uno de los momentos con más oportunidades. ¿Por qué? Un sistema con procesos funcionales ya establecidos suele perdurar, precisamente porque continúan brindando retribuciones acordes a las expectativas manteniendo un flujo constante y dinámico.
¿Qué sucede cuando repentinamente este sistema pierde su equilibrio? Es ese punto en el que la coyuntura facilita la entrada de nuevos agentes, capaces de cumplir con los nuevos retos según la lectura, adaptación o incluso transformación de los procesos.
Específicamente en México, las políticas que protegen y permiten la creación de empresas debería ser una parte fundamental para la recuperación económica. Aunque se ha hecho poco al respecto y, en lugar de crear políticas de gran impacto a la sociedad en general, las acciones sólo se han centrado en la entrega de valores monetarios surtiendo un efecto limitado al corto plazo.
Para quien desee aventurarse y tomar riesgos, esté seguro de que aún con la visión de las autoridades, existen diferentes espacios para emprender. En el país es factible recibir acompañamiento y elevar las posibilidades de éxito en este camino. De igual manera, existen varios proyectos desde la iniciativa privada que promueven el espíritu emprendedor.
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