COLUMNA INVITADA

En los mares de la educación

Es necesario actualizar los criterios de evaluación en el país

En los mares de la educación
Antonio Argüelles / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Cuando, en un nado en aguas abiertas, el mar está agitado y las olas fungen como enormes telones azules que hacen inútil cualquier tentativa de avistamiento, los nadadores nos sentimos sin rumbo. Ante la incertidumbre, buscamos una referencia en el horizonte que nos ayude a saber si estamos nadando en la dirección correcta. Algo similar sucede con la educación: tras la disrupción que provocaron las olas pandémicas, los docentes necesitan información para determinar el rumbo que deben seguir en beneficio de sus estudiantes. 

Por eso, en esta entrega retomo algunos puntos de un estudio reciente del Banco Mundial y el Diálogo Interamericano sobre las estrategias de evaluación que se han llevado a cabo durante la pandemia en América Latina y el Caribe. 

Los autores distinguen dos tipos de evaluación: las que tienen fines de certificación de un curso o nivel educativo y las que se hacen con fines de monitoreo. Una de las tendencias regionales que encontraron a partir de esta distinción es que, “en 2020, se sostuvieron las evaluaciones nacionales con fines de certificación y admisión/selección, y se pospusieron o suspendieron las evaluaciones con fines de monitoreo”. Aunque esto cambió en 2021, “los datos sobre el impacto de la pandemia en los aprendizajes y las brechas entre distintos grupos de estudiantes son todavía escasos e incipientes”.

Dadas la falta de información y la urgencia de responder a la crisis educativa, los autores subrayan la importancia que han adquirido en esta época los diagnósticos formativos. Las evaluaciones de este tipo “se caracterizan por su objetivo de revelar datos para informar acciones de recuperación y retroalimentación en el corto plazo”. Con base en un análisis de nueve casos de la región, en el estudio se identifican varios aspectos que contribuyen al éxito de estos diagnósticos: 1) se busca apoyar la labor del docente al facilitar el análisis de los datos para la toma de decisiones inmediata; 2) los instrumentos se alinean con esfuerzos de recuperación de aprendizajes; 3) se da capacitación y acompañamiento a los docentes, y 4) se establecen alianzas con actores que cuentan con mayor flexibilidad y capacidad técnica. 

Una de las conclusiones centrales del estudio es que “los ministerios de educación deben priorizar la evaluación diagnóstica” por encima de evaluaciones con otros fines, y añaden que “los actores fuera del sector público pueden ser aliados clave para los ministerios”. Ésa, precisamente, ha sido nuestra visión en Siete Mares Consultores: hemos diseñado evaluaciones diagnósticas que —como proponen los autores— se basan en aprendizajes fundamentales y se centran en las necesidades de los docentes, a quienes entregamos un reporte de resultados fácil de entender y, sobre todo, útil para sus labores cotidianas. 

Es cierto que en este proceso puede haber desafíos técnicos. Por ejemplo, reconocen los autores, “el uso de nuevas evaluaciones, con enfoques de contenido adaptados, limita la comparabilidad de los resultados con resultados de evaluaciones previas”. Sin embargo, regresando a la analogía del principio, cuando el nadador está en apuros, no necesita saber la altura de las olas para comparar el dato con el de nados anteriores; más bien, requiere una brújula, algo que le sirva para determinar su ruta. Si no ofrecemos ese apoyo a los docentes, se advierte en el estudio, “el costo […] puede llegar a ser muy alto”.

  

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