Anónimo era una mujer

El arte es ajeno al espíritu de las mujeres

Es necesario recuperar la memoria para darle a las creadoras el lugar que merecen en la historia, permitirse conocerlas y, en muchos casos, reconocerlas como autoras de grandes obras

El arte es ajeno al espíritu de las mujeres
Melissa Moreno / Anónimo era una mujer / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La historia del arte ha sido protagonizada por diversas figuras femeninas que han fungido como modelos o musas. Sin embargo, mientras las majas, las meninas, La Gioconda, las tres gracias o las bailarinas de Degas se exhiben en los recintos culturales más importantes del mundo, muy pocas mujeres son las que firman los lienzos que cubren sus paredes. 

“Me atrevería a aventurar que Anónimo, que tantas obras ha escrito sin firmar, era a menudo una mujer”, escribió Virginia Woolf en Una habitación propia, lo que sucedía por miedo a enfrentarse a prejuicios, a no ser tomadas en serio o por leyes de la época.

Tal es el caso de la ley inglesa de Propiedad de la Mujer Casada, que data de los 1800, en la que se indicaba que el esposo era dueño de las propiedades de su cónyuge. Ello significa que, si una esposa generaba arte, dependía del “visto bueno” del marido, y, muchas veces, sólo podía publicar bajo su sombra.

Aunque la ley data de hace bastantes décadas, la usurpación siguió vigente por mucho tiempo. Así le sucedió a Margaret Keane, cuyo caso fue llevado a la pantalla grande por Tim Burton, en 2014. 

Durante la primera etapa de su carrera, la estadounidense vendió sus obras bajo el nombre de su esposo, Walter Keane, quien se atribuyó, “sin empacho”, la autoría, convirtiéndose en una celebridad de los 60 del siglo pasado. 

En 1986, la artista demandó a Walter y al USA Today por un artículo en el que afirmaban que su trabajo era creación de su ya entonces exmarido. Durante el juicio, el jurado les pidió pruebas. Mientras Margaret creó una pieza en menos de una hora, Walter, por su parte, no hizo ni un trazo. 

Tras el fallo, ella pudo firmar sus obras como Keane y se le impuso a él una retribución económica por daños emocionales y a su reputación.

Por otro lado, para algunas escritoras firmar con un seudónimo masculino era la única forma de lograr ser “visibles”. Uno de los casos más populares, y absurdamente reciente es el de Joanne Rowling, autora de Harry Potter, quien optó por J.K. Rowling, ya que el gremio editorial sigue considerando que los lectores no consumen literatura firmada por una mujer.

Otro caso es el de Charlotte, Emily y Anne Brontë, hermanas que dieron a conocer sus primeros trabajos (incluido Cumbres borrascosas) bajo seudónimos masculinos por miedo, vergüenza o presión social.

Volviendo a la plástica, las vanguardias han dejado atrás a artistas como Lee Krasner, referente del expresionismo abstracto, quien siempre estuvo a la sombra de Jack-
son Pollock, su esposo. 

Luisa Roldán fue escultora de cámara de Carlos II y Felipe V; entre sus obras están Entierro de Cristo, que conserva el Met de Nueva York y San Miguel Arcángel, del Escorial. Pero ella, después de muchas dificultades económicas y tras su fallecimiento, quedo relegada.

Cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer para reivindicar nuestros derechos, así como la igualdad social y laboral. Por ello resulta transcendental traer de vuelta las palabras de Woolf y entender cómo las artes han estado siempre ligadas a la figura masculina, mientras que la mujer permanece en un plano invisible. 

Es necesario recuperar su memoria para darles el lugar que merecen en la historia y que podamos conocerlas y, en muchos casos, reconocerlas. 

Al tiempo que no permitimos que a ninguna otra se le arrebate su autoría.

Y es que volver invisible a alguien, usurpar su trabajo o socavar su talento es una violencia transversal que atraviesa lo psicológico y lo económico. 

Porque nunca más deben ser repetidas las misóginas ideas de Boccaccio, nunca más se debe decir que “el arte es ajeno al espíritu de las mujeres, pues esas cosas sólo pueden realizarse con mucho talento, cualidad casi siempre rara en ellas”.

POR MELISSA MORENO

@MELISSOTOTOTA

MELISSA.MORENO@GMAIL.COM

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