El Día Internacional de la Mujer se celebra cada 8 de marzo en muchos países y nació de las actividades del movimiento sindical a principios del siglo XX en América del Norte y Europa. En 1975, durante el Año Internacional de la Mujer, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo comenzó a conmemorar, pero no fue hasta 1977 que la Asamblea General de la ONU formalizó oficialmente dicho día.
Desde hace varios años, se ha señalado que el cambio climático afecta a toda la población, pero son las personas más pobres y las que se encuentran en situación vulnerable, especialmente las mujeres y las niñas, quienes soportan las peores consecuencias de las tensiones ambientales, económicas y sociales. Así, este año, el Día Internacional de la mujer tiene como expresión la “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, debido a que las mujeres son más vulnerables que los hombres frente al cambio climático.
Desde tiempos históricos, las mujeres han tenido una relación especial con la naturaleza. Su contribución al bienestar y al desarrollo sostenible de sus comunidades es extraordinaria, así como al mantenimiento de la diversidad biológica, los hábitats y los recursos naturales del mundo.
De acuerdo con datos de la ONU, 70% de los 1,300 millones de personas que viven en condiciones de pobreza son mujeres. En las áreas urbanas, 40% de los hogares más pobres están encabezados por mujeres. Las mujeres predominan en la producción mundial de alimentos (50-80%), pero poseen menos de 10% de la tierra. 80% de las personas desplazadas por desastres y cambios relacionados con el clima en todo el mundo son mujeres y niñas.
El cambio climático ha aumentado el riesgo de sufrir sequías, lo que dificulta la producción de alimentos, provoca hambrunas, malnutrición, usurpación ilegal de tierras, pobreza y puede conducir a más violencia de género, un aumento de los matrimonios infantiles y muerte en mujeres embarazadas.
El reconocimiento de lo que las mujeres son capaces de aportar al desarrollo y supervivencia medioambiental del planeta ha sido limitado. La exclusión social, el acceso desigual a la tierra, agua y otros recursos, la desigualdad y la discriminación de las mujeres y niñas ha traído efectos negativos de una gestión medioambiental insostenible para estas.
Por lo anterior, es esencial reconocer la participación y contribución de las mujeres en las decisiones para luchar en contra el cambio climático y promover un mayor involucramiento en la toma de decisiones. Son necesarias acciones y políticas que capaciten y apoyen a las mujeres para que apliquen sus conocimientos sobre agricultura y mitigación de la sequía. Tomar en cuenta que las mujeres son agentes del cambio y que deben participar en condiciones de igualdad en la solución hacia un futuro sostenible.
POR YOANNA SHUBICH GREEN
COORDINADORA DE LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES, UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO
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