CLARABOYA

Un mensaje incompleto

Esta semana el presidente Joe Biden pronunció su primer discurso del Estado de la Unión frente al Congreso de los Estados Unidos

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Esta semana el presidente Joe Biden pronunció su primer discurso del Estado de la Unión frente al Congreso de los Estados Unidos, tras poco más de un año de haber asumido el cargo. Sin duda, este mensaje llega en un momento por demás complejo si consideramos las profundas repercusiones que ha dejado la pandemia, entre las que destacan la mayor crisis inflacionaria de los últimos 40 años, una escasez de productos ocasionada por las complicaciones en las cadenas de suministros globales, además de una crisis en el mercado laboral generado por “la gran renuncia” en la que más de 30 millones de personas han venido buscando mejores oportunidades salariales y condiciones laborales, todo a partir de la crisis sanitaria.

Aunado a lo anterior, las críticas a partir de un manejo catalogado por muchos como “desastroso” en cuanto a política internacional, particularmente por la fallida retirada de tropas estadounidenses de Afganistán, la crisis migratoria propiciada en su frontera con México al reactivar el Protocolo de Protección a Migrantes (“Quédate en México”), así como el haber “envalentonado” a Rusia y su esfera de influencia tras un pobre manejo del conflicto europeo que se decantó en una invasión internacional.

Ante este panorama, el presidente Biden aprovechó el crisol que representa este mensaje ante el Congreso de los Estados Unidos y la opinión pública nacional e internacional para dar a conocer logros importantes en este primer año de gestión. Destacó la aprobación del paquete de infraestructura que inyecta miles de millones de dólares a la economía estadounidenses, la recuperación de empleos, exportaciones, entre otros factores.

Este mensaje, más allá de intentar opacar las críticas republicanas o de apaciguar el elevado escrutinio mediático, tuvo como objetivo principal o tal vez la preocupación, de reconquistar a los votantes independientes, aquellos que no se identifican como demócratas o republicanos, que fueron decisivos para su elección presidencial y que serán nuevamente quienes determinen los resultados de las próximas elecciones intermedias de noviembre.

Además, para sumar a su causa, el conflicto ruso-ucraniano llegó como ese tema vinculante bipartidista al referirse con severidad a las sanciones y represalias aliadas que se están tomando en contra del gobierno ruso, destacando la no participación de tropas estadounidenses en el conflicto con el afán de no escalarlo a niveles indeseados. Si bien este fue el aspecto que mejor fue recibido por ambos sectores de la audiencia, la realidad es que no se abordó el tema desde sus consecuencias económicas y financieras en el mediano y largo plazo, como en el incremento del precio de los combustibles y en la industria alimentaria.

En ese sentido, destacó el liderazgo que juega Estados Unidos con sus aliados europeos y la reconstrucción de las relaciones internacionales tras el periodo conflictivo que representó el cuatrienio del expresidente Trump. Desafortunadamente, no fue bajo ese mismo tenor en el que se refirió a la relación con sus vecinos de la región, particularmente con la promesa incumplida hasta ahora de encausar a los millones de indocumentados hacia un estatus migratorio que les permita hacer uso de los beneficios para los que sus impuestos los tendrían que hacer acreedores.

El problema es que el aspecto discursivo dista de una realidad plausible para este y otros temas de interés local e internacional, hoy la prioridad tanto en ese país como del resto del mundo es el de perpetuar popularidades y participación política, a pesar de que haya incluso guerras de por medio.

POR AZUL ETCHEVERRY
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@AZULETCHEVERRY

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