MALOS MODOS

El privilegio de trabajar con el presidente

El responsable operativo de que haya un sistema de salud danés en esta tierra doliente (el responsable intelectual es el presidente mismo, obvio

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ojalá, en serio, que alguien en el gabinete, o en la cámaras, o en organismos no menos independientes como la Fiscalía o la CNDH, sin comprometer por supuesto ni su futuro profesional, ni su patrimonio, ni a sus seres queridos, ni su virginidad fiscal, es decir, de manera totalmente confidencial, use este espacio para contarnos cómo es lo de trabajar con el presidente. No me refiero, compañeras, compañeros, a frases tipo: “Es un honor participar en la Cuarta Transformación de nuestro México. Gracias, presidente López Obrador”. O, ya saben: “Orgullosa de formar parte del primer gabinete paritario. AMLO, el presidente más feminista de la historia”. No. Eso ya nos quedó claro, amigues. Lo que quisiera saber es cómo, literalmente, se vive trabajar con el presidente más popular del mundo. Cómo es el día día; cómo son las juntas; cómo notifica esos grandes cambios que tienen lugar cada 20 minutos; que espera de ti, de ustedes.

O sea, para entender… Eres, por decir, el responsable operativo de que haya un sistema de salud danés en esta tierra doliente (el responsable intelectual es el presidente mismo, obvio). Te llaman a Palacio Nacional. Pasas la noche, estresadísimo, no te vayan a aplicar un irmaerendirazo, ajustando los números para demostrar que el INSABI no está tan mal y armando cuadros de Excel para demostrar que la culpa es del neoliberalismo, al filo del ictus por el exceso de café y Red Bull. Llegas a Palacio y el presidente, luego de sopear la quesabirria en el caldo, servilleta retacada en la camisa, te deja caer, justo tres años después de que arrancó ese proyecto infalible y sin agua va: “Vamos a desaparecer el INSABI. Que se encargue el IMSS”. ¿Así es más o menos la cosa?

Lo del INSABI es solo un ejemplo, tomado de los últimos días. Se me ocurren muchas otras preguntas relacionadas con la vida profesional de ese hombre único. Por ejemplo: en las juntas de seguridad nacional, ¿el pan dulce viene antes o después de que le notifican que los narcos ocuparon una ciudad importante en Sonora y él instruye que Poncho Durazo los deje tranquilos, que se han portado bien? En esas reuniones, ¿se preocupa por la salud de los grandes capos, con esa empatía selectiva, en plan “¿Y cómo sigue El Tinaco, Rosa? ¿Mejor de salud”?? En corto, lejos de los reflectores, ¿es igual de ecuánime para decir que Gertz o Bartlett le parecen muy dignos de confianza? ¿Sí le caen bien Macedonio y Salmerón, o no realmente pero considera que son imprescindibles para el futuro de la patria y traga sapos como todo un estadista? ¿Baja su rendimiento laboral cuando se lesiona en el beis?

Sobre todo, compañera, compañero, háblanos de ti. ¿Cómo haces para vivir con el pinche gigantesco privilegio de trabajar con el presidente?

Acérquense al doctor Patán para que su pecho no sea bodega.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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