PIDO LA PALABRA

Salario mínimo al Presidente

Una de las ventajas comparativas que ofreció el modelo neoliberal mexicano fue la mano de obra barata con poco valor agregado

OPINIÓN

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Raciel Pérez Cruz / Pido la Palabra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos promulgada en 1917, estableció la figura del Salario Mínimo como una remuneración laboral para que un jefe de familia pudiera garantizar las necesidades básicas, materiales, sociales y culturales, así como solventar la educación obligatoria de sus hijos. En 1934, la recién creada Comisión de Salarios Mínimos determinó el primer salario mínimo en 0. 0015 pesos. El poder adquisitivo del salario mínimo en nuestro país es una historia de estabilidad y descenso continuo; durante el periodo de 1954 a 1970 conocido como “el milagro mexicano” el salario mínimo alcanzó su mayor desempeño en un contexto de crecimiento del 6% anual, reducción de la pobreza, control inflacionario y baja contratación de deuda.  

Sin embargo, desde mediados de la década de los 70s, y hasta el año 2019, la inflación descontrolada, el nulo crecimiento económico, entre otros factores, provocaron una sistemática caída de su capacidad real adquisitiva.  “Salario mínimo al Presidente, pa que vea lo que se siente”, se convirtió en consigna reiterada de las luchas obreras en medio de la crisis económica, la carestía y el drama cotidiano de la sobrevivencia. 

El programa impuesto en México a partir de 1983, significó un cambio estructural de la economía; entre periodos de ajuste y estancamiento el debate sobre la economía nacional remitió a problemáticas como el pago del endeudamiento externo, la sistemática devaluación monetaria, la fuga de capitales y la excesiva concentración del ingreso. La política económica se orientó en el control de la inflación, la disciplina fiscal y la apertura al mercado global. 

Una de las ventajas comparativas que ofreció el modelo neoliberal mexicano fue la mano de obra barata con poco valor agregado, en ese periodo el salario mínimo en nuestro país se ubicó entre los últimos lugares a nivel mundial; además, se multiplicó el trabajo informal junto con la precariedad laboral y la migración masiva a los Estados Unidos. Durante cuarenta años se asumió como un dogma que el incremento a los salarios mínimos se traduciría de manera inevitable en más inflación. 

La inercia a la baja de la remuneración mínima se frenó con la instauración del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Los consensos entre el gobierno federal, la representación empresarial y los trabajadores, han permitido que el salario mínimo pase de 88 pesos en el año 2019, a 207 pesos diarios para el próximo año, y en la zona fronteriza el incremento llegará a 312 pesos. Un factor importante para que el incremento no se convierta en un factor inflacionario fue dejar de considerar al salario mínimo como unidad de medida y su desindexación. 

A pesar de los cuestionamientos opositores que señalan que en realidad son pocos los trabajadores ganan el salario mínimo, el incremento beneficia a 6,4 millones de trabajadores, principalmente mujeres y jóvenes. Las criticas también señalan que la inflación, motivada principalmente por presiones internacionales, atenuará los efectos reales del aumento y que aún no se asocia el incremento con los índices de productividad.

El aumento salarial, junto con una derrama económica histórica de aproximadamente 3.4 billones de pesos que se dispersan para atender a los sectores más vulnerables mediante los programas del Bienestar, fortalecen el consumo interno, aceleran la recuperación post pandemia y reducen la pobreza nacional laboral.  Como un acto de justicia y de manera gradual la cuarta transformación avanza en la recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo; no obstante, es evidente que se requerirá más tiempo para combatir un rezago histórico de cuatro décadas.

POR RACIEL PÉREZ CRUZ 
COLABORADOR

MBL