COLUMNA INVITADA

Los mítines dan fotos... no votos

La humanidad en “pensamiento, palabra, obra y omisión” es resultado de la administración de las inseguridades personales

OPINIÓN

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Óscar Sandoval / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La humanidad en “pensamiento, palabra, obra y omisión” es resultado de la administración de las inseguridades personales. El riesgo aparece cuando lejos de ser gestionadas en lo privado, los líderes y/o gobernantes las convierten en políticas públicas o en actos de gobierno. La marcha del 27 de noviembre es un ejemplo.

Nadie, ni el conservador más extremo, duda del liderazgo del presidente López Obrador ni en su capacidad de movilización ni arraigo en todos los niveles de “clasismo” posible.

Ni su aprobación, ni su capacidad de operación política la necesitaban. Sucedió porque fiel a su naturaleza, requería plasmar en fotos el hecho, al tiempo que recuerda a propios y extraños que él es gobierno y oposición. Lo ha sido antes de ser ungido constitucionalmente y lo será después.

La política mexicana, aunque en transformación a un nuevo régimen, sigue respondiendo a las máximas de quienes han personificado el Estado. Hace unos días un extraordinario amigo compartió conmigo una frase que escuchó directamente de Fidel Velázquez: “Los mítines dan fotos … no votos”.

Error de cálculo en los tiempos de la política que Claudia Sheinbaum haya dado cifras de la marcha del movimiento al que ella pertenece y que fuese Martí Batres quien diera las correspondientes al 13 de noviembre. De haberlo hecho por la misma vía y publicado cifras realistas respecto a #INENoSeToca el dato de 1.2 millones de asistentes a la marcha de la transformación sería, además de contundente, incluyente. Lo primero da poder, lo segundo votos.

Morena tiene y tendrá en 2024 lo suficiente para ganar. El reto no está ahí sino en saber jugar con los términos de la inclusión social – ciudadana y no confundir descuerdo con ciertas creencias o ideas, con oposición a su gobierno o al presidente. De lo contrario, el sentimiento de que se está construyendo una dictadura, sea o no cierto, aumentará y empezará a jugar en la delgada línea en la que percepción se convierte en realidad.

A esto hay que sumar algo que pareciera innecesario frente la Constitución, pero es necesario para el régimen, la constante insistencia en el discurso de que el presidente es maderista y dice no a la reelección. También, la continua búsqueda para que el poder en su totalidad regrese al gobernante.

No debe pasar desapercibido que una vez más el Presidente manifiesta su oposición a la autonomía de órganos de gobierno y que ordena a quien lo suceda que ejecute en ese sentido. Lo hizo con la energética, lo hace con los órganos autónomos.

El término constitucional de López Obrador culmina en 2024, los hechos hasta ahora señalan que no así su injerencia en el gobierno. Pueden no alcanzarle los votos para hacer cambios constitucionales, pero el capital político le alcanza para seguir imponiendo agenda y el régimen que está construyendo.

Los próximos dos años Morena tiene el reto de convertir “la foto en votos” y para ello necesita incluir y omitir ejercer acciones de gobierno basadas en inseguridades.

La única lección trascendente para Morena de la marcha del 13 de noviembre y de la conversación que gestó en redes sociales, es que la oposición o desacuerdo en un tema particular y la defensa de la democracia, se puede convertir en verdadera oposición al gobierno.

Morena podrá seguir imponiendo la agenda, pero no es lo mismo hacerlo en un ambiente de aprobación que en uno de polarización. Ahí ponen en riesgo la transformación y el régimen. Después del 2024, ¿lo lograrán?

POR ÓSCAR SANDOVAL SAENZ
CONSULTOR, SOCIO DE 27 PIVOT
OSANDOVALSAENZ@27PIVOT.COM
@OSANDOVALSAENZ 

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