Columna invitada

Lo político es personal

En el democráticamente explicable apetito de regreso al predominio político, la oposición, en el país y la ciudad, ignora crédito a las ideas

Lo político es personal
Salvador Guerrero Chiprés/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Verdad en mis amigos, mentira en mis adversarios.

Es “moneda corriente” en cualquier litigio de abogados o debate bien o mal nacido, descalificar la evidencia del otro, omitir el reconocimiento de sus aciertos o simplemente disminuirlos.

Más extendidamente lo es en etapas de cambio de régimen político: indisposición de reconocer mérito al adversario y, al mismo tiempo, exigir que sea eficiente cuando ejerce el poder.

En el democráticamente explicable apetito de regreso al predominio político, la oposición al partido en el gobierno, en el país y en la capital nacional, ignora crédito a las ideas, propuestas y acciones del actor político que lo desplazó del poder y respecto del cual parece carecer de alternativa creíble.

Desde las mismas vocerías donde se exige que el gobierno federal y local actúen, se critica cuando ese lugar de enunciación reclamado se presenta. Si no se es protagónico mal; si se es, también.

De este último caso es ejemplo la crítica, marginal pero sugerente de las mismas voces de siempre, a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. En esta ocasión, por haber hecho evidentes las insuficiencias de la Fiscalía General del Estado de Morelos en relación con el abortado intento de evadir la catalogación de la tragedia de Ariadna como un caso de feminicidio y, en contraste, asumir un compromiso terminante y determinado.

Si Andrés Manuel López Obrador se declara humanista y no feminista, entonces varias de las mismas voces declaran la insuficiencia de perspectiva del mandatario; si pide indagar todas las muertes violentas de mujeres como feminicidios, hay silencio. Lo político es personal.

Con sus revelaciones y señalamientos, Sheinbaum abrió una nueva etapa en la forma de enfrentar la impunidad: exhibición persistente de un compromiso con las víctimas y combate al patriarcado de siglos, sustrato de la violencia machista.

Si lo hace antes del 25N, día de conmemoración de luchas por los derechos de niñas y mujeres, mal; si no lo hubiera hecho, también. Si eso tiene un contexto político —¿qué no lo tiene?— mal, y si no atendiera el contexto, también.

Eso describe la calidad de cierta oposición cuya tendencia natural, estudiada desde hace siglos, es privilegiar ideologización sobre equilibrio. Un matiz: en la supuesta defensa del INE que convoca el domingo a una manifestación, prácticamente nadie menciona la cantidad de salarios elevados, ni el gasto, ni utilidad y legitimidad del dinero entregado a los partidos políticos o la productividad y representatividad de los legisladores plurinominales.

La misma cultura democrática cuyo deterioro desde la oposición es señalado, se beneficiaría de mayor inteligencia política y apertura a las propias premisas poco robustas o contradictorias de la oposición. Por ejemplo, negar mérito a causas y compromisos que, o se toman personalmente o se disuelven.

El equilibrio en el debate es indispensable, pero también acompañar indubitablemente agendas que trascienden lo partidista, como el combate al feminicidio.

POR SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS

Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México 

@guerrerochipres

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