Columna invitada

Libertad digital y cultural de las autoridades públicas

Hace poco la ministra Margarita Ríos Farjat, en un texto publicado  recuperó su vocación poética para expresar preocupaciones legitimas

Libertad digital y cultural de las autoridades públicas
Francisco Javier Acuña Llamas / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Hace poco la ministra Margarita Ríos Farjat, en un texto publicado  recuperó su vocación poética para expresar preocupaciones legitimas del gremio de los impartidores de justicia. Recuerdo a Margarita hace mas de una década en Monterrey  en activa correspondencia con Álvaro Mutis, el gran poeta colombiano y universal, pero desde su condición de ministra para acá, hace casi tres años, no le había  leído alegorías poéticas.  

A estas fechas ya no causa perplejidad que los altos funcionarios públicos desarrollen su libertad de expresión en las redes sociales. Lo mismo en Facebook que en twitter, Instagram y hasta en el llamativo Tick tock. Afortunadamente, la Suprema Corte de Justicia resolvió hace tiempo que las autoridades públicas no pueden eludir consecuencias de sus afirmaciones y comentarios en redes sociales, en tanto sus expresiones tengan relación con sus deberes oficiales. Aunque su cuenta se anuncie bajo la leyenda: “opiniones a título personal”, inclusive no  deben  “bloquear” (eliminar o suprimir ) de sus cuentas digitales a sus críticos.

Sin embargo, la libertad creativa de las autoridades de acudir a las artes para colocar sus posicionamientos públicos, merece una interpretación semejante a la saludable informalidad digital. Si bien, siempre han existido servidores públicos cultos que inician sus discursos con la cita de algún pensador clásico a modo de exordio o epígrafe; otra cosa es analizar el objeto de su deber incluyendo metáforas, rimas y/o estribillos para enaltecer su exposición. Nos hemos acostumbrado a ver y escuchar a los servidores públicos encorsetados en un discurso técnico, con un lenguaje   predecible por estar compuesto por los convencionalismos de la formalidad oficialesca.

La columna de la ministra se denomina “Las alas de Mercurio”, en la mitología, se identifica al joven mercurio con sandalias aladas y un par de alas sobre la cabeza y como su atributo: un bastón con dos serpientes enroscadas colocadas de frente sin señales de disputa (el símbolo de la medicina).Nunca mejor coincidencia, la medicina para superar la monotonía de las faenas humanas, -especialmente- de aquellas que rodean el trajín burocrático, la poesía ayuda a llevar las cargas del tedio que produce la densidad de las intendencias esa colección de problemas de lo inmanente. Mientras el espíritu humano reclama refugio en lo trascendente: la filosofía. Es más emotiva la distracción deliciosa de la poesía como fórmula de conexión perfecta entre el mundo real y el ideal.

A Margarita la inteligencia le dio un ala, la otra la literatura, con el ala de la academia y la de la judicatura reúne las cuatro alas que la mitología le asignó a Mercurio. Sin embargo, el sino de la ministra es la justicia como causa en tanto vía para alcanzar la paz, pero no solo la paz entre los adversarios que llevan ante el juez su conflicto, sino la paz que produce en los juzgadores hacer su deber con plena certeza de haber hecho lo posible, así resume la paz interior que se esparce cuando se consigue al margen de las proporciones de cada caso, la satisfacción personal.

Al comenzar con el poema “la paloma” de Rafael Alberti, esa desesperada composición del genio gaditano universal que alude a su suerte de paloma errática dando tumbos de vida. No es absurdo sugerir que pudo haber iniciado su texto con un: “…Se equivocó la justicia, se equivocaba….”  

POR FRANCISCO JAVIER ACUÑA LLAMAS
ANALISTA Y CATEDRÁTICO DE LA UNAM 
@F_JAVIER_ACUNA

MAAZ

 

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