Columna Invitada

Sociedad persuadida

La persuasión, es un fenómeno que hoy se presenta con mayor frecuencia en nuestras sociedades. La razón, es consecuencia de que se ha fomentado un estado de competencia agresiva, donde el egoísmo, la ambición y el resentimiento; privan por sobre la cooperación

Sociedad persuadida
Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

Cuando en una sociedad se crean promesas de proyectos de vida envidiables, mediante la obtención de beneficios como cosas, situaciones y logros de fantasía, como lo quieren hacer pensar determinadas fuentes; ya sean políticas, maestros de vida, libros de autoayuda, deportistas famosos, artistas de alto perfil, multimillonarios, lideres sociales, etc. Hemos sido manipulados. Es por ello, que en la sociedad muchos pensamos que, cumpliendo dichos logros, llegaremos al éxito.  En general, este tipo de logros, de forma conjunta o por separado, no son un común, para la mayoría de las personas, pero ello está bien. 

La persuasión, es un fenómeno que hoy se presenta con mayor frecuencia en nuestras sociedades. La razón, es consecuencia de que se ha fomentado un estado de competencia agresiva, donde el egoísmo, la ambición y el resentimiento; privan por sobre la cooperación.

A los seres humanos nos encanta la fantasía, porque nos hace percibir la vida como controlable. Una varita mágica, seres inmortales, finales siempre felices, cantidades de dinero exorbitantes. Los malos pierden y los buenos ganan. Aquellos famosos multimillonarios, políticos y demás, que optan por una vida “sin lujos,” que venden sus posesiones, y adquieren una vida orgánica o con lo básico, donde optan por estancias en la campiña francesa, irlandesa o estadounidense. Así como los que se quedan en la Ciudad, se dejarán ver comprando en las tiendas que rodean sus casas. Pero claro, tienen la tranquilidad y certeza, de que pueden volver a comprar todo. O, tienen el poder de regresar a su vida anterior, sin problemas. 

Así que, para una persona, familia o conjunto en pobreza o clasemediero, la realidad se impone, por sobre lo que no sería factible para nosotros, como la falta de pagos en los recibos de luz, agua, gas, comida, renta. Ya que éstos, no nos pasan de largo, y son vitales e intrínsecos dentro de un contexto de vida saludable y normal. La vivencia o cotidianidad; que es “lo normal”, se nos presenta como fracaso, aunque en realidad sea una vida que muchos disfrutamos a pesar de algunas adversidades. Así que, lo demás es ficticio. No nos percatamos que ya no sabemos vivir, conforme a los estados de la naturaleza. Hoy lo tenemos todo, por ejemplo: mangos en invierno y flores todo el año. 

Analicemos las causas. Mucho se habla del bienestar común, pero suele ser una frase engañosa, debido a que, en nuestras sociedades, hace años, se aman las cosas, y se usan a las personas. 

Me refiero a situaciones, tan simples como negarse a ayudar a que otras personas logren sus causas, compartir conocimiento, o construir en conjunto con miles de ideas. 

Esta idea de que lograr, es tener solo riqueza material o poder, no es mala; en sí misma. Si cada persona lo decide, pero plantear esto, para todos en el mundo es poco realista, debido a que cada persona tiene sus talentos, pero igualmente, límites. El problema de engañar de esta forma; es que, al generar el ideal de una vida, ello nos conduce a una frustración o depresión colectiva en nuestras sociedades. 

Cuando sucede lo anterior, aparecen algunas personas que, leyendo dicha molestia social, utilizan, dirigen o encausan a miles de ciudadanos, a situaciones que suelen ser perjudiciales para el colectivo, pero que rinden enormes frutos para los dirigentes que, aprovechando la rabia colectiva, logran fines personales ilegítimos, desde el punto de vista ético, como la riqueza, el poder, el aprovechamiento de causas. Generando daños profundos.

Por supuesto, esto ha sido fomentado por mensajes agresivos, donde el mayor valor otorgado es una falsa ilusión del éxito, a través de lo que podemos acumular, básicamente mediante la obtención de poder, dinero o fama pública (buena o mala) y también de la perpetuación del dolor que causan miles de injusticias, que no han sido resueltas, bajo la premisa de que hagan crecer la molestia que impida, seguir adelante o resolver las mismas.

Para defendernos de los explotadores del siglo XXI, que vienen en recipientes de todo tipo, debemos alimentar tres factores que nos harán fuertes. 

El primero, es apreciar y agradecer nuestra vida. Si es necesario, mejorarla, con conocimiento valioso (dirían en Cuba, aquellos libros prohibidos que hablen de libertad), esto implica, un esfuerzo, por aprender más. 

Segundo, es tener la seguridad de que el sentido de la vida es mucho más relevante que una felicidad continua, lo que suele ser una mentira. Todas las personas tienen, a lo largo de su camino, subidas y bajadas. La satisfacción, consiste en saber, que a pesar de cualquier cosa difícil que suceda, siempre habrá oportunidad de seguir adelante.

Por último, te tengo que plantear que ser feliz es diferente para cada persona, pero es claro que no será mediante la imitación. Hay miles de maneras. Lo curioso es que muchas personas felices, no saben que lo son. Sólo lo perciben cuando han perdido su identidad. Eso es lo que habremos de cuidar.

Así que cuando alguien, alce la voz, para decir que lo sigas porque puede resolverlo todo, será mejor hacer un alto, valorar nuestra vida y no dejarnos cegar con un ánimo emocional, sino racional.

POR SARA MORGAN
CONSULTORA JURÍDICA Y DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB
@MORGANSAREL

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