El 77º periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas comenzó el pasado 13 de septiembre y una cosa está clara: la comunidad internacional se enfrenta a uno de los periodos más complicados en la historia moderna. En su discurso inaugural el Secretario General António Guterres declaró que “nuestro mundo está en riesgo y paralizado”, y es que a lo largo de este año diversas amenazas a la seguridad internacional y el desarrollo sostenible se han manifestado y exacerbado.
“La comunidad internacional no está preparada ni dispuesta a afrontar los desafíos enormes y dramáticos de nuestra era. Estas crisis amenazan el futuro mismo de la humanidad y el destino de nuestro planeta”, dijo Guterres. Y es que, a lo largo de este año, los retos de la comunidad internacional han sido diversos.
Algunos de los elementos más urgentes dentro de la agenda internacional incluyen la pandemia de COVID-19, su impacto en la población y en los sistemas de salud pública; y las implicaciones geopolíticas, económicas, energéticas y humanitarias de la invasión rusa de Ucrania.
Asimismo, la migración ha sido una temática central en las discusiones de la Asamblea General: en mayo de 2022 ACNUR reportó que la cifra de personas desplazadas alcanzó los 100 millones, lo que significa que uno de cada 78 personas está huyendo de conflictos, violencia e inseguridad en todas sus formas. Los conflictos en Ucrania y Etiopía, el genocidio rohinyá en Myanmar y el cambio de régimen en Afganistán son algunas de las crisis humanitarias que más han contribuido al aumento de personas desplazadas a nivel global este año.
Otra problemática de carácter urgente en la agenda es el cambio climático y sus efectos sobre la vida de millones de personas. Condiciones climáticas extremas han devastado ciudades enteras: en Pakistán, el aumento en las lluvias relacionadas a la temporada de monzón resultó en inundaciones que impactaron a más de 33 millones de personas.
Por otro lado, este verano se registraron las temperaturas más altas en Europa desde la Edad Media y regiones de China y América se enfrentaron a sequías arrasadoras. Esto también ha afectado la producción de alimentos, resultando en una de las peores crisis alimentarias de la historia moderna; 345 millones de personas se encuentran en estado de hambruna extrema: expertos estiman que cada cuatro segundos una persona muere de hambre. Más de 14 millones de personas en Somalia, Etiopía y Kenia están en riesgo, de los cuales 2 millones son infantes que se encuentran en estado de malnutrición extrema.
El futuro del mundo está en peligro. Los retos son muchos y las acciones por tomar para alcanzar un cambio, aún más. Sin embargo, como dijo António Guterres, “actuando como uno, podemos encontrar frágiles rayos de esperanza”. Hoy más que nunca existe una conciencia de la situación global, así como recursos que, de ser usados, pueden encaminarnos a un desarrollo equitativo. Definitivamente hace falta tecnología, energías sostenibles, políticas socioeducativas y voluntad política para establecer alianzas para lograr los objetivos de desarrollo sostenible y así, reducir las desigualdades para asegurar que nadie se quede atrás.
PATRICIA GONZÁLEZ GARZA ES MAESTRA EN DESARROLLO INTERNACIONAL POR UNIVERSITY COLLEGE DUBLIN Y LICENCIADA EN RELACIONES INTERNACIONALES POR LA UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO.
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