NOTAS SIN PAUTA

Historia de un trenazo impune

El próximo 5 de octubre se cumplen 50 años del peor accidente ferroviario de México

OPINIÓN

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Arturo Rodríguez García / Notas sin Pauta / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El próximo 5 de octubre se cumplen 50 años del peor accidente ferroviario de México, un episodio poco conocido en el que, oficialmente, murieron 234 personas. Por la cantidad de víctimas, también se ubica en el rango de los peores 10 accidentes ferroviarios a escala global.

El trenazo de 1972 es también el peor accidente de peregrinos partícipes de una festividad religiosa en el país, una actividad que año tras año, cobra víctimas entre trayectos fervorosos y multitudes devotas. En este caso, las mil 600 personas (también de acuerdo a cifras oficiales) que iban a bordo de ese convoy, regresaban de la fiesta franciscana de Real de Catorce, San Luis Potosí.

En términos generales, la historia es esta: Un tren con 22 vagones que regresaba de la Estación Catorce, San Luis Potosí, con dirección a Saltillo Coahuila, alcanzó 117 kilómetros por hora en una pendiente donde la velocidad permitida era de 60 kilómetros.
Al llegar a una curva próxima al Puente Moreno, en Saltillo, las dos máquinas que arrastraban el convoy se descarrilaron provocando que un vagón quedara partido y varios vagones “telescopiados”, es decir, uno encima de otro.

Entre los fierros retorcidos, decenas de personas quedaron mutiladas, murieron por aplastamiento o se desangraron prensadas. Otros dos vagones se incendiaron y, al no poder salir, decenas de personas murieron calcinadas.

La ciudad, de apenas 190 mil habitantes en ese entonces, se vio rebasada. Sólo tenía dos hospitales y tres clínicas, dos ambulancias de la Cruz Roja y unos servicios periciales tan mínimos que por la magnitud de los hechos sólo reunió restos humanos en bolsas que días después fueron a una fosa común.

El gobierno de Luis Echeverría se precipitó. Horas después del siniestro, cuando las labores de rescate estaban en apogeo, soltó la versión de que la tripulación iba en estado de ebriedad y con trabajadoras sexuales a bordo, por lo que en plena “orgía” perdieron el control provocando el accidente.

De inmediato la historia fue puesta en duda. Un médico de nombre Luis Morales, quien era director del Hospital Ferrocarrilero, desestimó alcoholemia y por no secundar la versión oficial fue despedido. Cuando el asunto trascendió, una nueva explicación se dio a conocer: era un tren viejo que registró una avería.

Sería hasta unos cinco años después, en torno a 1977, cuando Víctor Manuel Villaseñor, al momento del accidente director de Ferrocarriles Nacionales, denunció que fue un sabotaje provocado por el sindicato ferrocarrilero como muchos otros registrados entre finales de 1971 y octubre de 1972, un momento en el que el movimiento vallejista se había reactivado.

Demetrio Vallejo había salido de prisión en 1971 y de inmediato cultivó simpatías en el gremio que tomó sedes sindicales y realizó diferentes acciones, varias de estas reprimidas por el Ejercito, destacadamente en la zona noreste. Los sabotajes habrían tenido un doble propósito: desprestigiar a los vallejistas y precipitar la destitución de Villaseñor.

Llegué a esta historia por el colega Daniel Valdés Romo, el periodista que ha dedicado 35 años a mantener la memoria sobre el suceso. La verdad nunca se supo y el caso fue sepultado por el echeverrismo. El archivo de este accidente ha sido recuperado por El Coahuilense, medio local que exhibirá esta semana un largometraje documental, así como distintos reportajes en su edición especial sobre el caso que se reproducirán en versiones específicas para el semanario Proceso y para el Heraldo Media Group, que generosamente aceptó difundir una producción especial el sábado 8 de octubre, dentro del programa “Periodismo de Emergencia” a las 10:00 a.m. en el Heraldo Radio.

Posdata

Hoy, en Tamaulipas, el “cabecismo” llegó a su fin y ha comenzado la desbandada. Más allá de la eventual huida de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, un sector de su clase política busca acomodo en los estados gobernados por el PAN y, también en municipios como Naucalpan, Estado de México.

En ese municipio se espera que en cuestión de días pida licencia la alcaldesa Angélica Moya, “por problemas de salud”, y entre al relevo Monserrat Hernández Arguenta, quien es hija de la influyente trader panista, María Arguenta y de Juan Carlos Hernández Gutiérrez, hasta el viernes 30 de octubre, representante de García Cabeza de Vaca en la Ciudad de México.

POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA

COLABORADOR HERALDO RADIO

@ARTURO_RDGZ

MAAZ