COLUMNA INVITADA

Sisal, Yucatán: señal de alerta

Existe evidencia de que la descomposición de lo menos termina por afectar a lo más. Desde lavado hasta narcomenudeo o sitios de descanso de delincuentes

OPINIÓN

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Manelich Castilla / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Quería hablar de los retos de la seguridad municipal para 2022 como primera colaboración del año para El Heraldo. Sin embargo, en Twitter leí un hilo de mi hermana Sac – Nicté (@scastillacra) sobre la situación prevaleciente en el puerto de Sisal, Yucatán, lugar que para nuestra familia y muchas otras es casi sagrado, y decidí enfocarme en ello.

Sisal fue el más importante puerto peninsular. Allí desembarcó el 22 de noviembre de 1865 la emperatriz Carlota quien, según historiadores, quedó asombrada por su belleza. Sin embargo, al asumir la presidencia Benito Juárez, consideró el episodio una ofensa al pueblo yucateco y borró a Sisal de la historia, dando a Progreso la estafeta como el puerto más relevante de la zona. Sisal quedó relegado a pueblo pesquero y destino de descanso para visitantes locales, particularmente pertenecientes a la cabecera municipal de Hunucmá, de donde era originaria mi familia paterna.

Los episodios más felices de nuestra infancia se desarrollaron en Sisal. Era frecuente presenciar el espectáculo nocturno de la bóveda celestial de la que repentinamente emergían estrellas fugaces. Recuerdo jornadas en el muelle al amanecer, donde con 7 u 8 años de edad aprendí a descamar, limpiar y cortar el pescado para preparar ceviche. El viaje de mil quinientos kilómetros y 48 horas de carretera desde la Ciudad de México, eran recompensados con semanas de libertad y hermosas vivencias.

Mi hermana Sac – Nicté enfatiza algunos aspectos sobre la situación de Sisal. Yo aportaré uno más.

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Recientemente Sisal fue nombrado “Pueblo Mágico”. Debiera ser buena noticia, pero no lo es. La llegada de miles de visitantes sobrepasa la infraestructura del lugar y exhibe dolencias en servicios básicos como agua y electricidad. Existe un sólo camión recolector de basura que pasa dos veces por semana y recoge basura embolsada, por lo que desperdicios de visitantes, ante falta de contenedores, permanecen en la playa y accesos aledaños generando un fuerte impacto ambiental.

La responsabilidad ante la demanda de servicios pasa de la autoridad local a la federal y viceversa, sin que se resuelvan necesidades de residentes y visitantes. Se han instalado palapas improvisadas en la playa que, sin control alguno, sirven para consumir bebidas embriagantes y depósitos de basura.

Algo más alarmante: la oferta inmobiliaria ha crecido de manera desmedida y encarecido la tierra. Esto, sumado a lo ya expuesto y a otros aspectos, por razón de espacio inexplicables, es caldo de cultivo para el crimen organizado. Existe evidencia de que la descomposición de lo menos termina por afectar a lo más. Desde lavado de dinero hasta narcomenudeo o sitios de descanso de delincuentes.

¿Cuántos sitios como Sisal existen en similares condiciones? ¿Cuántos paraísos en el país, al alcance del pueblo, se encuentran en riesgo de dejar de serlo por la negligencia gubernamental y la apatía de la sociedad?

Sisal lanza una señal de alerta que no debe ser ignorada, a riesgo de seguir perdiendo espacios de sana convivencia y libertad, cada día más escasos. 

POR MANELICH CASTILLA
COLABORADOR
@MANELICHCC

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