COLUMNA INVITADA

Jaque mate

La falta de claridad en las intenciones de Vladimir Putin ha causado una intensificación en el cabildeo del gobierno estadounidense con sus aliados

OPINIÓN

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Lila Abed / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Continúa la incertidumbre ante la presencia de casi cien mil tropas rusas en la frontera con Ucrania, a pesar de las conversaciones que ha sostenido el presidente Joe Biden con su homólogo ruso, Vladimir Putin. La llamada de la semana pasada entre ambos mandatarios, con 50 minutos de duración y solicitada por el Kremlin, se produjo antes de las muy esperadas conversaciones de alto nivel que se llevarán a cabo en Ginebra, la semana del 10 de enero. No surgieron acuerdos contundentes de la charla, y queda incierto si Putin decidirá reducir las tensiones o avanzará con una nueva invasión.

Aunque no se espera contar con la participación de los dos líderes en estas cumbres, serán importantes. Habrá una reunión con el Diálogo de Estabilidad Estratégica bilateral, a través del Consejo OTAN-Rusia, y en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. De cierta forma, funcionarán como una última instancia diplomática para que ambas potencias logren progresar.

EU y la OTAN se están preparando para cualquier escenario. La falta de claridad en las intenciones de Putin ha causado una intensificación en el cabildeo del gobierno estadounidense con sus aliados. El presidente Biden y el secretario de Estado, Antony Blinken, hablaron con el mandatario de Ucrania para reiterar el apoyo de EU a la independencia, soberanía e integridad de ese país.

El principal diplomático estadounidense también sostuvo llamadas con sus contrapartes europeas, al igual que con el secretario general de la OTAN, el grupo de los Nueve de Bucarest, y con los ministros de Relaciones Exteriores de Canadá y Turquía para coordinar una estrategia en común ante una posible invasión de Rusia. El mensaje de fondo es claro: existe una verdadera posibilidad y preocupación de que Rusia invada Ucrania. Si se hubiera alcanzado un acuerdo o existiera ya una solución diplomática, no veríamos la desesperación de los países occidentales de generar un frente unido ante la crisis.

Las consecuencias para el Kremlin serían devastadoras, enfrentaría una nueva ronda de sanciones a gran escala en lo económico, militar y financiero de Rusia y un aumento de tropas occidentales en el este de Europa y mayor apoyo de seguridad para Ucrania. Putin advirtió que estas medidas serían un error grave que podría conducir a un rompimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países.

Por otro lado, es posible que el mandatario ruso intencionalmente esté provocado tensiones con sus rivales para forzarlos a negociar sobre temas que considera prioritarios para fortalecer su seguridad y continuar expandiendo su influencia.

Es altamente probable que, en los próximos diálogos, la delegación rusa exija que para que se retiren las tropas de la frontera, la OTAN tendrá que ofrecer garantías que jamás aceptará a Ucrania como miembro de la Alianza, que retire sus tropas de oriente y centro de Europa, y que levante las sanciones impuestas al Kremlin.

Rusia tiene otra arma de negociación. Ante la dura crisis energética por la que atraviesa Europa, Putin ha aprovechado, como en ocasiones anteriores, para hacer valer sus intereses a través de su política geopolítica, impulsando el polémico gasoducto de Nord Stream 2, permitiendo a Rusia llevar el gas del noroeste de su territorio directamente hasta Alemania atravesando el mar Báltico. Otro punto de contención. Las negociaciones serán duras y la estabilidad internacional estará en juego.

POR LILA ABED

POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA

@LILAABED

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