DESDE AFUERA

Panamá y México, la canciller y el embajador

Podría ser que la mitad del eventual trabajo de Salmerón en Panamá sea enfrentar cuestionamientos, especialmente de feministas

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El pasado 19 de septiembre de 2021, al hablar ante la "cumbre" de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la ministra de Relaciones Exteriores de Panamá, Erika Mouynes, pidió a Latinoamérica y el Caribe que se avance hacia "una justa equidad de género", al reclamar que en la reunión celebrada este sábado en México sólo había tres mujeres.

"En esta mesa faltan más mujeres (...) todos nuestros discursos apoyan el empoderamiento político de las mujeres. Muy bien. ¿Dónde están? Excelencias, somos tan sólo tres mujeres sentadas en esta mesa", dijo Mouynes, de 44 años, a los Presidentes y cancilleres reunidos en la Celac.

Se le podría calificar pues como feminista. Quizá no militante o "ultra", pero con una posición evidente, clara y fuerte.

Pregúntese, por favor, ahora, sobre la que pudiera ser la actitud del gobierno panameño frente a la designación del historiador Pedro Salmerón, sujeto de polémica por acusaciones de acoso sexual.

Las denuncias datan de tiempos de su desempeño en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), y con mayor o menor volumen lo han acompañado por años. Pero están ahí, y ahora son además, un tema de discusión pública en México... y en Panamá.

El presidente Andrés Manuel López Obrador declaró el miércoles que no pensaba reconsiderar su propuesta para embajador en Panamá. "Nosotros consideramos que (Salmerón) es una persona capaz, ya lo dije. Es uno de los mejores historiadores de este país".

Pero el mundo –y México– está lleno de espléndidos profesionales, artistas, científicos, académicos o escritores que no son o han sido buenas personas, o hecho tonterías que los presentan de forma negativa.

Y si bien es cierto que Salmerón podría sentirse orgulloso de tener un amigo como el Presidente, que por amistad, por capricho o por aparecer como un mandatario firme lo defiende contra viento y marea, el hecho es que el propio historiador debiera corresponder y renunciar a su designación.

Porque la realidad es que aún en el caso que la cancillería panameña hubiera dado su acuerdo al nombramiento y convenido recibirlo como embajador, bien podría ser que la mitad del eventual trabajo de Salmerón en Panamá sea el de enfrentar cuestionamientos, especialmente de feministas.

¿Se puede imaginar una entrevista entre un embajador acusado de misoginia y hostigamiento sexual con una mujer canciller?  

Y el problema es que la misma queja lo seguirá a cualquier país del mundo al que vaya. Y con su imagen como enviado oficial comprometería la de México y su gobierno.

En esta era de reivindicaciones feministas las denuncias de mujeres 20 años después del abuso han frenado o destruido carreras y reputaciones. Con todo y su presunta brillantez como historiador y sus antecedentes académicos, Salmerón está en esa situación. Y ni siquiera López Obrador puede salvarlo.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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