COLUMNA INVITADA

En defensa de la clase media

Quien no es de la clase media que arroje la primera piedra -o se es del 1% o del proletariado, entonces

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Quien no es de la clase media que arroje la primera piedra -o se es del 1% o del proletariado, entonces. Denostar la clase media se ha vuelto un nuevo pasatiempo de las mañaneras, ese ejercicio de desinformación política.

El gran sociólogo Gabriel Careaga respondía Friedman, el periodista norteamericano para quien ser de clase media era, más que un tema de ingreso económico, un estado del alma. Y lo hacía precisando de qué hablamos cuando hablamos de clase media.

Es un grupo heterogéneo, según Careaga constituido por burócratas, empleados, pequeños comerciantes, profesionistas, intelectuales, estudiantes, técnicos, gerentes de banco, secretaría. Su función es unir al proletariado con la burguesía. Se mueve, además, según el sociólogo: “dentro de un mundo de mistificación, de ilusiones, de sueños desaforados, de frustraciones constantes, de sentimentalismo creciente”.

Para Careaga, además, el mundo del clasemediero está mistificado, ideologizado. En su famoso libro Mitos y fantasías de la clase media, se remonta hasta la colonia y los criollos, desgarrados por “querer ser y no poder”, incorformes frente al reparto de la riqueza, quienes intentan (sobre todo en 1810) cambiar el orden. Para Careaga, los estudiantes de 1968 eran fundamentalmente de clase media.

Durante el porfiriato, siempre de acuerdo con nuestro autor, la clase media se banalizaría, despilfarrando en aras de la imitación, siempre queriendo encontrar un lugar similar al de la alta sociedad de la que se burla - ¡alas! - un clasemediero, Manuel Payno. El ocio, el erotismo, la vida cotidiana son analizadas con precisión en los Mitos de Careaga.

Para él esta clase se empezó a “sentir mimada” desde el Avilacamachismo, siendo la gran beneficiada -junto con la burguesía urbana- del desarrollismo. Para Cosío Villegas, analizando esa misma época: “la clase media tiene en el México de hoy una influencia que nunca antes había tenido (…) los resortes de toda la vida actual del país están en manos de una clase media de formación reciente, pero ya bien constituida.

Cosío no estudia, curiosamente, que son esas clases medias las clientas tradicionales del estado. Lo que AMLO no dice es que esas clases medias que él llama aspiracionales, son más bien fuente de inspiración de obreros y campesinos. Luis Guzmán las retrató en La sombra del caudillo y lo que dijo de ellas, en el mismo tono que nuestro actual presidente, es que no tenían sentido de ciudadanía y no “descubren que es culpa suya que la política mexicana sea lo que es”.

Y es que la clase media, en todo caso, es temerosa del cambio, de perder los escasos privilegios que ha ido obteniendo con esfuerzo -no con la dádiva estatal-, y por ello es más bien reticente en ciertas coyunturas electorales.

La pregunta crucial desatada por esta polémica, sin embargo, consiste en cuestionar por qué Morena o el presidente no han sido capaces de vender su proyecto político con esa clase social -que curiosamente le ha dado su voto a la izquierda en la ciudad de México desde Cuauhtémoc Cárdenas y hasta la más reciente elección, donde sí hubo un voto de castigo a los actuales dirigentes que habría que analizar.

Sabina Berman ya lo hizo: esa clase media quiere también derechos LGTB, quiere crítica, quiere apoyo a la ciencia y la tecnología, a la educación superior y a la investigación. Esa clase media votó porque siente que esas conquistas, que han costado décadas de activismo en la ciudad y el país se han ido al traste con muchas de las políticas actuales (por ejemplo, la desaparición de los fideicomisos).

En lo que Careaga y López Obrador coinciden, es en cómo ven la política los clasemedieros, ya que ellos viven en “el dogma de que nada puede cambiar en términos históricos y sociales. Para ello la política es un trasfondo que nunca acaban de entender”, entonces de apático se vuelve escéptico y de allí nihilista. AMLO leyó hace tiempo a nuestro sociólogo, se nota.

Atina en parte del diagnóstico, pero no se trata de denostar a la clase media, sino de entenderla incluso pragmáticamente, como cliente político. los medios de comunicación masiva crean e informan el estilo aspirativo de la clase media, escribe Careaga. Lo que un individuo llega a creer sobre cualquier tema esté en función de su redu­cida experiencia de la televisión.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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