COLUMNA INVITADA

El G-7, acuerdos para el orden económico

Biden está poniendo los reflectores sobre China, quién compite por la hegemonía mundial frente a Estados Unidos, y cuya batalla no ha podido equilibrar

OPINIÓN

·
Luis Miguel Martínez Anzures / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El G-7 es la abreviatura del Grupo de los Siete, una organización de líderes de algunas de las economías más grandes del mundo: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos. Este Grupo de colaboración multinacional nace a través de un conjunto de reuniones que se conocían como el «Grupo de la Biblioteca», fundado en la década de 1970 por el entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, George Shultz.

En ese entonces, los ministros de Finanzas de Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, se reunían para sostener charlas informales, con el objetivo de tratar de estabilizar la turbulencia monetaria que aquejaba a la región en aquellos años. A partir de entonces y hasta la fecha, los miembros del G7, se reúnen cada año en una cumbre cuya sede es rotativa con la finalidad de discutir temas urgentes en el escenario global y coordinar políticas públicas de carácter regional y planetario que den respuesta a dichos retos.

La seguridad internacional y la economía mundial son a menudo temas de reflexión y estudio en estos foros de discusión, aunque en voz de muchos especialistas se espera que la recuperación de la pandemia de covid-19 domine la reunión de este año.

Bajo estos estándares, ¿por qué seria tan importante en estos momentos, el pronunciamiento de estos líderes mundiales?

Quizás por que el eje articulador y temático de esta cumbre, gravita entorno a la reactivación económica y a la superación de la crisis originada por la Pandemia del COVID-19, así como a la eventual andanada de acciones estratégicas producidas por todos los asistentes a este evento para disminuir el poder económico de China y Rusia en todo el globo terráqueo.

Para tratar de paliar los efectos devastadores de la Pandemia del COVID-19, el grupo de los siete se ha comprometido a la entrega de mil millones de vacunas a los países en vías de desarrollo a lo largo de los próximos 12 meses con el propósito de llegar a un total, como ya anticipó la canciller alemana Angela Merkel, de 2.300 millones de vacunas a finales de 2022, según han hecho saber el domingo 13 de junio.

Este grupo de políticos de primer nivel ha manifestado su intención de adoptar medidas para desarrollar "la capacidad de fabricación en todos los continentes, mejorando los sistemas de alerta temprana, y apoyo a la ciencia en una misión para acortar el ciclo para el desarrollo de vacunas seguras y efectivas, tratamientos y pruebas de 300 a 100 días".

Ahora bien, lo interesante de esta reunión no son las acciones que se dicen sino los estímulos que están detrás de ellas para que sucedan. Al respecto, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha convencido al resto de sus homólogos, para lanzar un gran plan de infraestructuras que contrarreste el avance de China. En este sentido, los presidentes de las potencias económicas del mundo occidental acordaron lanzar la iniciativa 'Build back better for the world' ('reconstruir mejor para el mundo') con el objetivo de "responder a las necesidades tremendas de infraestructuras en los países de ingresos medios y bajos".

El plan quiere ser una alternativa al proyecto chino 'One Belt, One Road' (una ruta, un cinturón), que pretende revitalizar la Ruta de la Seda mediante la modernización de infraestructuras y telecomunicaciones para mejorar la conectividad entre Asia y Europa.

Al respecto, el Gobierno estadounidense indicó que su iniciativa de infraestructura es una colaboración entre las grandes democracias para llevar a cabo un proyecto guiado por "los valores, con altos estándares y transparentes". El plan "ayuda a estrechar las necesidades de más de 40 billones de dólares en infraestructuras que necesita el mundo en desarrollo, y que se ha visto exacerbada por la pandemia de Covid-19”. La propuesta pretende movilizar capital del sector privado para impulsar proyectos en cuatro ámbitos: el clima, la seguridad sanitaria, la tecnología digital y la igualdad de género, además de contar con inversiones de instituciones financieras.

La lectura de este cúmulo de acciones económicas nos diría que Biden está poniendo los reflectores sobre China, quién compite por la hegemonía mundial frente a los Estados Unidos y cuya batalla no ha podido equilibrar todavía el país de las barras y las estrellas, debido al crecimiento desmedido y eficiente que ha tenido la potencia oriental en los últimos años. Lo que está en juego, no es el orden internacional, sino la distribución geoeconómica del mundo para los siguientes años en donde claramente Estados Unidos junto a sus aliados tratan de mantener el orden existente en un mundo cuyas coordenadas de desarrollo económico han cambiado y su epicentro está en Pekín.

Por LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

MAAZ