Dicen los filósofos y los poetas que la verdad es relativa, o de acuerdo a la famosa frase, "según el color del cristal con que se mira".
Y se aplica perfecto a lo que ahora sucede en Estados Unidos.
Es un país politizado y polarizado. Tanto, que el el tercio republicano de los estadounidenses no tiene afecto alguno por el tercio de sus compatriotas que son demócratas. Y de hecho, según las encuestas, la situación no es muy distinta en cuanto al tercio demócrata respecto a sus adversarios.
El extremo llega a que los republicanos, o los demócratas para el caso, eligen cuándo es posible vivir, trabajar e intercambiar opiniones sólo con quienes piensan de manera similar, leen o escuchan los mismos medios informativos y hasta tienen paradigmas culturales propios.
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En ese marco, ¿puede extrañar a alguien que hoy en día para ser republicano y avanzar políticamente se deba hacer profesión de fe en las posturas del partido? Y no en cualquiera de sus posturas tradicionales, como libre empresa, libre mercado o capitalismo abierto, sino creer y repetir la palabra del expresidente Donald Trump.
A seis meses de la elección del 3 de noviembre, los republicanos siguen convencidos de que hubo fraude contra Trump. Principalmente porque el magnate no se ha cansado de afirmarlo y lo repite una y otra vez, desde meses antes de la votación.
Seis meses después de los comicios, ni Trump ni sus partidarios han logrado obtener pruebas y mucho menos presentarlas, ni siquiera en estados donde la supervisión de los votos estuvo a cargo de los republicanos.
No obstante, la semana pasada la diputada Liz Cheney fue desplazada de su posición de liderazgo en la bancada republicana por señalar que al aceptar las afirmaciones de Trump se establecía una situación negativa para los republicanos.
La situación se complica más con la nueva versión republicana de los sucesos del 6 de enero, cuando una turba invadió el Capitolio luego de un mitin en el que Trump se dirigió a los asistentes. Según el diputado republicano Andrew S. Clyde, de Georgia, "si no supieras que las imágenes son un video del 6 de enero, pensarías que se trata de una visita turística normal".
Una visita donde el entusiasmo fue tanto que provocó cinco muertos, 140 policías heridos, más de 400 detenidos. Pero presentarla como otra cosa sería negativo para Trump, y eso no se acepta en el Partido Republicano actual.
Trump, según analistas estadounidenses, ha hecho de los republicanos un partido ya no tanto identificado por su ideología conservadora, sino por ser una identidad por cultura, machismo o incluso como forma de vida.
Y quien no esté de acuerdo con eso, no tiene futuro en el partido, o al menos entre sus líderes y representantes.
Cuál será el impacto político-electoral de un partido así, está por verse. Pero en el caso de los republicanos sería como el de aquel bolero mexicano que proclamaba "miénteme más, que me hace tu maldad feliz". Y al parecer Trump los hace felices.
Por JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
dza