COLUMNA INVITADA

8M: La lucha apenas empieza

AMLO intentó usar su “mañanera” del lunes para conmemorar la lucha por la igualdad y en contra de la violencia, pero se enredó en su propia espiral anti-argumentativa

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Numerología para documentar nuestro optimismo (sic), a la Monsiváis, claro: el 90 por ciento de los empleos perdidos durante la pandemia en México, eran de mujeres. Cada día en nuestro país dolido y doliente nos matan a once mujeres. Cada cuatro minutos violan a una mujer. En un gesto absurdo, que se revirtió de inmediato, el gran solitario de Palacio, como llamaba René Avilés Fabila al presidente en turno —nunca más verdadero que hoy— se amuralló. Las vallas de un muro ignominioso como respuesta a la posible violencia femenina del 8 de marzo fueron “intervenidas”, en una especie de instalación instantánea con los nombres de las mujeres asesinadas, convirtiéndose en el muro del feminicidio, visibilizando mundialmente la triste situación de ser mujer en México en 2021. La etiqueta #UnaVallaNoNosCalla se volvió tendencia, por supuesto. AMLO intentó usar su “mañanera” del lunes para conmemorar la lucha por la igualdad y en contra de la violencia, pero se enredó en su propia espiral anti-argumentativa.

Mediante el uso de un proyector, además, usaron el propio Palacio Nacional para generar consignas luminosas gigantescas: Aborto Legal Ya, Un Violador no Será Gobernador, México Feminicida. Miles de mujeres y niñas utilizaron también el muro la mañana del lunes para “sembrarlo” de flores, flores por las mujeres muertas. Un altar de sororidad y dolor inmenso, enorme, a la altura de nuestro dolor colectivo. Otras mujeres, en un acto colectivo de acción poética, renombraron calles con los nombres de mujeres defensoras de los derechos humanos, como Bety Cariño Trujillo, asesinada el 27 de abril de 2010. Gran mixteca, gran mujer. Lo escribí al inicio de este sexenio: la única oposición seria en México está siendo la femenina. Y es así por errores de gobierno. Por no entender. O por no entender que no entienden. Un gobierno que se dice de izquierda ha repetido y exacerbado muchos de los malentendidos históricos y estructurales de nuestro sistema patriarcal. Pero nuestro país ha cambiado, como afirmó Claudio Lomnitz en su discurso de entrada al Colegio Nacional, a un ritmo que no hemos podido entender en los últimos cuarenta años. El tejido social está roto, destruido. Hay esperanza, sin embargo, porque un feminismo transgeneraconal y transversal está destruyendo el pacto. Hasta hoy los gobernantes creían que con nombrar mujeres a puestos de poder le tapaban el ojo al macho (y miren, que autocomplaciente es el propio dicho mexicano que he usado aquí). No se trata solo de equidad de género, o de cuotas. Se necesita una transformación radical. Una que haga imposible siquiera que Félix Salgado o los de su triste tipo se atrevan a participar nunca más en política. Uno que, además, haga justicia a sus víctimas. El feminismo está transformado al fin a México. El patriarcado y todos los muros se van a caer, sería bueno que ya lo entendieran todos.

“Mañana me vestirán con cenizas al alba, me llenarán la boca de flores, aprenderé a dormir en la memoria de un muro, ...” escribió la maravillosa Alejandra Pizarnik. Qué doloroso presagio poético. #Rompamoselpacto, se lee en todas las redes sociales. Un basta radical junto con el No es una, somos todas, que resuena en un eco infinito como #Tomalascallesnocalles. La gran cineasta Natalia Beristaín ha bautizado mejor que nadie, a mi juicio este sentimiento: digna rabia. Escribe con claridad meridiana: “No nos quitarán nunca la posibilidad de habitarnos des ahí. Por días luminosos para nosotras y las nuestras y las nuestras de las nuestras al infinito, siempre”.

El vocero de comunicación de la presidencia, Jesús, para aumentar el grado de insensibilidad llamó al muro, un muro de paz. El gobierno ha realizado una y otra vez actos contra las mujeres que nacen de la incomprensión del movimiento mismo. Y también ha intentado reiteradamente hacer gaslighting de sus limitadas respuestas. Viva en cambio el humo morado, vivan las flores y los nombres propios pintados en ese muro.

El propio Lomnitz se preguntaba donde estaban los policías cuando desaparecieron, violaron o mataron a las 3,300 mujeres cuyos nombres ahora visibilizan la valla de la ignominia. Yo me pregunto, también, por qué encapsular colectivos, dispersar con gases lacrimógenos, amenazar. Por qué hacer más grande la distancia y el desacuerdo. Compañeras periodistas, de EFE, de este mismo diario El Heraldo de México, y de otras fuentes fueron agredidas en el metro Hidalgo. Les quitaron las cámaras, las detuvieron. ¡Ya basta!

  

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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