COLUMNA INVITADA

Patrimonialismo

México moderno, democrático, progresista y liberal no se explica sin la actuación histórica del Partido

OPINIÓN

·
José Encarnación Alfaro Cazares/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En la ruta de enfrentar el mayor reto político electoral de su historia, el PRI arribó a los 92 años de vida institucional. Anclados en la memoria de glorias pasadas, su dirigencia nacional conmemora, recuerda, reclama para el Partido la autoría de las instituciones de la República y vocifera que el México moderno, democrático, progresista y liberal no se explica sin la actuación histórica del Partido. En medio de una evidente circunstancia de precariedad política, su dirigencia fluye en un mar del conformismo, de pragmatismo, autocomplacencia y de administración patrimonialista de lo que aún queda del Partido. 

No se puede establecer una ruta al futuro mirando por el espejo retrovisor de ambiciones e intereses de grupos anclados en un pasado de autoritarismo, imposiciones, exclusiones y democracia interna simulada; hablar del pasado sin hacer referencia a las exigencias de su militancia por mayor democracia interna y respeto a todas las fuerzas que lo integran, sin exclusiones, sin simulación ni autoengaño; sólo  muestra a una dirigencia sin compromiso ideológico y sin más visión de futuro que la salvaguarda de sus intereses de grupo.  

Un partido político es mucho más que una maquinaria electoral al servicio de su dirigencia; un partido político es ante todo una organización de ciudadanos, con valores y un proyecto de Nación para construir con la sociedad. Valores y proyecto, principios y programa que constituyen su ideología, son el cemento con el que se construye la unidad activa de su militancia y alimentan el ánimo de lucha política electoral. El pragmatismo y él patrimonialismo exacerbado de la dirigencia nacional del PRI deja al Partido sin brújula ideológica y lo convierte en un cascarón sin contenido.  

La integración de una coalición electoral con los adversarios históricos del Partido, sin contenido programático, sin sumar de manera efectiva nueva fuerza ciudadana, sin vocación de coalición legislativa, sin oferta que convenza al electorado de que se trata de una opción mejor frente al actual gobierno de la 4T; y por otra parte, la exclusión selectiva del registro partidario de cuadros que le resultan molestos, la  integración de las listas de candidaturas de representación proporcional en el que se perdió todo decoro para imponer a favoritos y a familiares en primer término; y responder a compromisos por favores recibidos en el proceso de su elección interna, sin importar el desprestigio de quienes cobran el favor, haciendo a un lado la necesaria inclusión de fuerzas internas regionales y representativas; son sólo una muestra de la visión patrimonialista de una dirigencia sin compromiso con el futuro del Partido ni del País. 

Así no se puede convencer a la sociedad de que ahora se representa algo mejor que lo que fue rechazado en las urnas el 2018. La ciudadanía observa a un Partido que no fue capaz de superar sus viejos vicios y desviaciones y personifica en su dirigencia a las viejas cúpulas que horadaron el prestigio del Partido. Y mientras tanto la militancia guarda silencio, leal a sus valores y a sus convicciones; silencio que no es complacencia, porque es el tiempo de la unidad y de la suma de esfuerzos por México; ya vendrá el tiempo de ajustar cuentas para corregir el rumbo o para fijar nuevos horizontes.  

POR JOSÉ ENCARNACIÓN ALFARO CÁZARES

@JOSEEALFARO 

dza