MALOS MODOS

Cuando todo parece jodido, vuelve Camus

Caso raro en ese siglo XX de las revoluciones y los delirios utópicos, que se apoderaron de un porcentaje demasiado alto de las mentes, Albert Camus se consolidó como un demócrata y como un defensor de la libertad individual por la más inapelable de las razones

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Caso raro en ese siglo XX de las revoluciones y los delirios utópicos, que se apoderaron de un porcentaje demasiado alto de las mentes, Albert Camus se consolidó como un demócrata y como un defensor de la libertad individual por la más inapelable de las razones: el escepticismo. Incapaz de encontrarle a la vida un sentido digamos inherente, descreía de los dioses, el cristiano para empezar, y de todas las teleologías, con el marxismo a la cabeza. Era una posición peligrosa. Saber que no hay destinos supremos ni soluciones universales, entender que la historia no tiene un guion para que nos lo descubran los grandes líderes, implicaba enfrentarse al conservadurismo católico y la izquierda dura, pero también, antes, enfrentar al nazismo para defender esa forma perfectible de estar en sociedad que es la democracia con toda su voluntad de corregirse. Con esa “modestia”, término que usa con tino Manuel Arias Maldonado en el prólogo a La noche de la verdad (Destino), el libro que reúne los textos publicados por Camus en Combat, el periódico que dirigió durante los años 40.

¿Está en Combat el Camus escéptico de los años posteriores, el de El mito de Sísifo o El hombre rebelde? Sí y no. Combat fue el periódico de la resistencia francesa, es decir, un diario nacido para enfrentar al nazismo y al colaboracionismo francés. El Camus que escribe ahí es, por necesidad, un periodista que llama a las armas, que rinde un tributo inevitablemente cursilón a los que entregaron la vida por la causa y que incluso, en el polo opuesto del hombre que sería, defiende la pena de muerte contra los traidores. Pero también está el humanista que se acerca al perdón según avanzan las páginas del libro (sus últimos textos son del 49), y sobre todo, desde el principio, a ráfagas, entre la prosa periodística y combatiente, el pensador agudísimo y decente que ofrece magníficos destilados de inteligencia sobre la naturaleza de Hitler (“la irremediable mediocridad de esa alma entregada a las ideas fijas”), el cristianismo (“en su esencia, es una doctrina de la injusticia… Se basa en el sacrificio del inocente y la aceptación de ese sacrificio”), o la bravura anti nazi de los británicos (“Son esa fuerza interior y ese valor tranquilo los que permitieron el milagro de un país que llegó a los limites de su destino conservando intacta, sin embargo, la democracia”).

Vaya, que el Camus de estos textos de batalla, estos editoriales hechos bajo presión y en la clandestinidad, rescatados hace unos pocos meses, tiene, claro que sí, un par de cosas que enseñarnos. Vean sino estas palabras para iniciar el libro: “Nunca es inútil mentir. La mentira más descarada, con tal de que se repita lo suficiente y durante el tiempo suficiente, siempre deja huella”. Pues sí. Cuando todo parece jodido, vuelve Camus.

POR JULIO PATÁN
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