COLUMNA INVITADA

‘Crimen de Crímenes’

Este evento afectó a los países donde se cometieron crímenes nazis, y también en otros lugares, donde muchos también perdieron la vida

OPINIÓN

·
Juan Luis González Alcántara / Columnista invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La ONU, el 1 de noviembre de 2005, determinó rememorar el 27 de enero el Día de Conmemoración anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, con lo cual se rinde tributo a la memoria de las víctimas y conlleva un compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda forma de intolerancia que pueda conducir a actos contra determinados grupos.

Se eligió el 27 de enero, pues en 1945, las tropas soviéticas iniciaron la liberaron de las víctimas del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau.

Debemos tener presente que más de seis millones de personas perecieron en el Holocausto. Este evento afectó a los países donde se cometieron crímenes nazis, y también en otros lugares, donde muchos también perdieron la vida.

La finalidad de la conmemoración es crear conciencia sobre la importancia de la memoria, como medio para evitar que dichos actos de terror se repitan.

Carlos S. Nino sostuvo que las violaciones masivas de derechos humanos suponen el mal absoluto, es decir, se trata de ofensas contra la dignidad humana tan extendidas y organizadas, que el sentido moral normal resulta inapropiado.

Así, siguiendo la afirmación de Hannah Arendt, de que somos “incapaces de perdonar aquello que no podemos castigar e incapaces de castigar aquello que se ha vuelto imperdonable”, relata que el mal radical no puede ser castigado ni perdonado y, por lo tanto, trasciende el reino de lo humano y destruye las potencialidades humanas, lo que implica la dificultad de responder al mal radical con las medidas que se aplican a los criminales comunes.

El Holocausto debe ser considerado objetivamente atroz, que conforme a la razón y el sentido moral normal, es claro que fue malo, y que este mal absoluto generó una responsabilidad ilimitada, que es imposible imponer una medida ordinaria; parece que el mundo se empeña en olvidar, pues hoy en día se propagan todo tipos de discriminación y debemos de lidiar con la xenofobia, la discriminación de género u orientación sexual, etc. 

De ahí que resulte fundamental que, un día como el 27 de enero, nunca sea olvidado ni se dé por sentado, pues constituye memoria viva de un mal absoluto que nunca debe de repetirse.

Es decir, nunca más una persona debe ser tratada como cosa; nunca más debe convertirse en un número; nunca más debe ser perseguida por su religión, ideología o color de piel; nunca más deber ser excluida por su sexualidad. 

Debemos alzar la voz para recordar lo que significa el 27 de enero: tener en cuenta que no es una conmemoración anual, sino diaria. Jamás quedarnos callados ni ser ajenos cuando los acontecimientos denoten que puede volver a repetirse el origen de ese mal absoluto. Parafraseando a William Lloyd Garrison: No deseo en este tema pensar, hablar o escribir con moderación. ¡No, no!  Cómo podemos decirle a un hombre cuya casa está en llamas que dé la voz de alarma con moderación.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN