Existe el atole morado, que además de ser una bebida típica de los otomíes, también es la mezcla perfecta entre lo azul y lo guinda… ¿Habrá atole color azul?, ¿a qué sabrá? Pronto lo descubriremos gracias a la carta que le envió Santiago Creel a López Obrador y la posterior reunión que sostuvo el panista y exsecretario de Gobernación con el hoy titular de esa dependencia, Adán Augusto López. Si bien Creel pidió tener la reunión con el inquilino de Palacio Nacional, éste declinó reunirse con algún representante de la oposición y lo mandó al Palacio de Covián. Lógico.
La reunión con el secretario de Gobernación se llevó en términos de mucho ruido y pocas nueces, pues sólo se acordó una reunión posterior entre otros miembros del PAN y el funcionario, sin definir siquiera una fecha probable para que ésta ocurra.
Urge el diálogo nacional que abone al consenso, como señaló en su misiva el hoy diputado federal panista, pero que éste no se convierta en una simulación más o puesta en escena donde no se llegue a ninguna conclusión fehaciente para mejorar las políticas públicas del país.
El diálogo propuesto por el panista debe tener objetivos claros y alcanzables en el corto y mediano plazos, y no convertir su propuesta en un largo galimatías que únicamente sirva para señalar errores o para recibir largos e interminables insultos sin sustento.
Aunque Creel dijo que la reunión presagiaba “apertura y diálogo”, en los hechos el gobierno de la 4T ha venido demostrando lo contrario casi en cualquier frente. Valga como muestra la cerrazón de la aplanadora del grupo parlamentario de Morena y aliados en el Congreso, donde ni siquiera se permitió mover una sola coma al presupuesto federal para 2022.
O la negativa de la exministra de la Suprema Corte de Justicia, también exsecretaria de gobernación y hoy morenista y presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero, quien atentando contra el Estado de Derecho que bien conoce, dio una negativa a la propuesta de impugnar el llamado “decretazo presidencial” desde el Senado.
El ejecutivo federal desdeña a la oposición, y ésta, totalmente desdibujada, poco o nada hace para demostrar que todavía representa a una importante parte de la población que no acepta la sinrazón implementada en este sexenio.
Basta ver la nula respuesta ante la crisis de medicamentos oncológicos, o el desabasto de medicinas en general. El grito y la demanda proviene de la población, no de la oposición. Lo mismo en términos de seguridad y justicia, valga el trato que recibió Gertz Manero en el Congreso cuando es de todos sabido las injusticias cometidas por sus caprichos personales o la falta de claridad en los procesos de la Fiscalía.
Mucho me temo que Santiago Creel considera diálogo lo que otros consideramos una burla abierta. Como lo que sucedió en la mañanera del 25 de octubre de este año, en la que López Obrador se burló de él cuando dijo que daba clases de derecho constitucional en la UNAM.
Eso no es diálogo, es sobajar el discernimiento ajeno sin el conocimiento jurídico necesario. La división de poderes no implica la genuflexión absoluta a un poder y menos a una persona. El intercambio de ideas y propuestas debe acontecer desde un respeto absoluto a la visión ajena, procurando construir en las afinidades y las diferencias.
Sólo reunirse por reunirse no lleva a ningún lado. Únicamente a un desprecio de unos y otros, y a la falta de ánimo por construir o proponer un mejor país.
¿Alguien, atole?
POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO
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