Los efectos negativos del cambio climático son cada vez más latentes y observables. Debido a esto, la sostenibilidad energética renovable se ha convertido en una de las principales preocupaciones en la actualidad. Alrededor del mundo, observamos varios proyectos de infraestructura los cuales tienen como objetivo generar energía limpia a través de fuentes solares, eólicas y termales.
Un ejemplo de estos proyectos se ha dado en Chile, con la reciente construcción de la primera planta de energía termo solar de América Latina, finalizada a mediados del 2021 en el desierto de Atacama.
Debido a la novedad de dichos proyectos, la construcción conlleva incertidumbres, riesgos y problemas no antes resueltos. Por ejemplo, el desarrollo de la nueva planta en Chile fue caótico ya que tardaron alrededor de siete años en la fase de construcción. Se reportó, por ejemplo, que entre los años 2017 y 2018 la obra tuvo que detenerse por falta de un mecanismo de financiamiento de los trabajos robusto.
Además, la obra presentó problemas técnicos y de dirección del proyecto durante su etapa de desarrollo, lo cual ocasionó más retrasos. Dicho megaproyecto presentó una alta factura final de más de mil 210 millones de dólares. Esto derivó a que el megaproyecto no cumpliera con criterios tradicionales establecidos de costo y tiempo.
Históricamente, se ha considerado que los proyectos que terminan en tiempo y costo son exitosos. Si bien en cierto que estos criterios son importantes, estos no determinan el valor de un proyecto en el largo plazo. Como ejemplo de esto, exploremos el valor tanto social, económico, y ambiental que esta planta de energía solar va a generar para el país andino.
VALOR AMBIENTAL
La planta se encuentra ya en etapa de producción, y genera energía limpia de forma gestionable durante las 24 horas del día. Con más de 10 mil espejos y 392 mil paneles solares esta planta generará una capacidad total de 210 megavatios de energía limpia, suficiente para abastecer a más de 380 mil hogares, según estadísticas del gobierno de esa nación.
La planta también contribuirá a evitar la emisión de 870 mil toneladas anuales de dióxido de carbono, lo que equivale a la circulación de 135 mil autos al año. Esta planta es la más grande en toda América Latina y ayudará a cambiar culturalmente el uso de la energía en Chile.
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VALOR SOCIAL
Se reporta que un 38 por ciento de todo el proyecto fue ejecutado por mujeres, creando un valor social, no solo en creación de empleo, sino también en términos de equidad e igualdad de género, en una industria considerada altamente machista. Chile ahora se posiciona como líder de generación de energía limpias en toda América Latina y también ha contribuido al desarrollo de habilidades tanto técnicas como gerenciales en un grupo de mujeres para los próximos megaproyectos de la nación chilena.
VALOR ECONÓMICO
La planta espera contribuir con el 25 por ciento de la demanda nacional ya que dicha planta está conectada al sistema nacional de energía en Chile. Esto, en el largo plazo, puede ayudar a tener una ventaja competitiva a nivel nacional traducido en cuotas menos costosas para los contribuyentes.
Es importante recalcar que la mayoría de los megaproyectos de infraestructura son un desastre en su respectiva etapa de planeación y construcción, en términos de tiempo y costo. Sin embargo, esto no condiciona el valor que un megaproyecto pueda generar en el largo plazo, como lo hemos ejemplificado en el caso de Chile.
Se requiere, entonces, de una fórmula que cumpla con una buena etapa de construcción, mantenimiento y de operación.
POSDATA
México es entonces un país bendecido en términos de recursos naturales, tanto geográficos como climatológicos. Sin embargo, si se quiere obtener provecho de estas ventajas, el gobierno mexicano en turno requiere de una alineación de sus políticas públicas y la reconsideración de la inversión privada para desarrollar estos proyectos de energía renovable.
Además, se necesita de un cambio cultural de los inversionistas de un proyecto de estas características, ya que la inversión en energías renovales tienen una tasa de retorno en el mediano y largo plazo. Por último, las energías limpias y renovables no son el futuro, son el presente, y es por eso que tenemos que despertar en México de manera urgente
POR MARCO FUENTES
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