COLUMNA INVITADA

Sin las cosas

Miro una generación autodidacta que está en el mundo, participando activamente de la realidad sin temor al uso y aprendizaje de las tecnologías, por las plataformas

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Todo mundo habla hoy del último libro traducido al español del filósofo coreano-germano Byung-Chuk Han No-cosas. Han es un pensado ligero, típico de estos tiempos. Tiene múltiples lectores debido a sus interpretaciones de la realidad cotidiana que suenan lógicas y adquieren la pátina de la sabiduría por ser pensadas por un filósofo. Lo curioso es que la mayoría de sus ideas vienen de Heidegger o de Platón y solo las actualiza a lo relevante hoy. Lo más impactante, a mi juicio, es que dicha aplicación no profundiza nunca, se queda en el nivel del lugar común.

¿Qué sostiene Han en este nuevo libro que tiene al mundo conversando sobre él? Primero deberíamos decir que Han es un ludita, alguien para quien la tecnología implica una pérdida irremediable. Su maestro Heidegger lo era también a su manera. Para el alemán, por ejemplo, la máquina de escribir iba a empobrecer el pensamiento al eliminar la relación entre la idea y la mano. En su gran artículo, La pregunta por la técnica, Heidegger ya decía cosas similares a las de Han, aunque su estilo oscuro no lo haya convertido en filósofo de masas, como al coreano. Heidegger decía que el olvido del ser vendría con la técnica (o la tecnología diríamos hoy) como verdad. Abundan los luditas hoy en día, aquellos que piensan, por ejemplo, que la Web o las tabletas nos destruyen en nuestra relación con las cosas. Curioso si nos vamos incluso más atrás cuando la invención del libro. Ese objeto central a occidente fue visto igualmente como una amenaza a la memoria e incluso al saber (de élites, por cierto, de unos cuantos); Guttenberg fue satanizado y grandes pensadores se horrorizaron con la imprenta. Hoy sabemos que la democratización del saber que vino con ella -una segunda revolución vendría con el Internet, aún más universal- hizo posible la ilustración y la misma revolución industrial.

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Han dice que son los teléfonos “inteligentes” la nueva amenaza. No hacemos nada, dice, mientras consultamos nuestras redes sociales, adictos a los nuevos “me gusta” de Facebook, a los comentarios de Instagram, a lo que nos han escrito en WhatsApp. Según el filósofo, no nos relacionamos más con las cosas, ya dejaron de existir, solo con plataformas, con “deseos digitales” que nunca se verán realizados. Esto es tan obvio que el propio Twitter está lleno de memes que lo ilustran. Han va más allá y critica incluso la impresión en 3D, la réplica “estúpida” (por cierto, se están haciendo órganos en 3D para medicina, casas en 3D mucho más baratas y un sinfín de aplicación nada idiotas).

Según Han el chat borra a los otros. No usamos ya el teléfono para hablar, sino para textear. Esto es parcialmente verdadero, ya que las video llamadas nos acercan incluso más que el viejo teléfono, más cierto que nunca durante la pandemia que nos ha encerrado, pero no virtualmente). Y este es a mi juicio el gran problema de Han y de otros filósofos de lo cotidiano, no alcanzan a ver los matices, encerrados en su propio juguete mental. ¿Qué habríamos hecho sin las plataformas en estos dos años de enfermedad global? Donde Han ve solo “infómanos”, narcisistas de la información yo miro una generación autodidacta que está en el mundo, participando activamente de la realidad sin temor al uso y aprendizaje de las tecnologías, por las plataformas, en particular gracias a YouTube. Puede ser que haya un fetichismo de los datos y la información, pero no es toda la realidad. No somos solo los phono-sapiens de los que se burla Han, quien por cierto nunca nos dice en sus libros cómo responder a la época, se limita a describirla.

Es cierto que el mundo es cada vez más intangible, que el anuncio del Metaverso de Zuckerberg (que él por supuesto no inventó) nos puede poner nerviosos, pero también es cierto que la necesidad de conexión humana, también exacerbada por el Covid-19 nos ha colocado en otra realidad, llena de sutiles matices y de excepciones que Han solo generaliza. No dudo que estemos de lleno metidos en la lógica existencial del neoliberalismo, solo digo que necesitamos reflexionar con más serenidad sobre nuestro mundo con o sin cosas.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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