Durante su campaña presidencial, Felipe Calderón dijo que sería el presidente del empleo. No lo fue. Andrés Manuel López Obrador, al inicio de su gestión y copiando —aunque no adrede— a su némesis, dijo que en su gobierno se crearían más de dos millones de empleos. Todo indica que ello no ocurrirá.
Hoy sabemos, y esto a partir de datos proporcionados por el INEGI, que entre enero y noviembre del 2020 el desempleo golpeó a un millón 910 mil personas. Dicho de otra manera, y si se toman las cifras oficiales del IMSS, se perdieron algo así como 646 mil empleos formales en lo que va de la pandemia. Este es un número mayor a los perdidos por la crisis del 94.
Ello se traduce en al menos igual número de familias que tienen ahora un nivel más precario de vida para enfrentar tanto la crisis económica como de salud. Y a este número le falta sumar los empleos informales que se han perdido en lo que va de la presente administración federal.
Mientras esto ha sucedido, Mario Delgado, presidente de Morena, dice que la derecha es culpable porque a esta no le gusta el aumento al salario mínimo que la Cuarta Transformación propuso y que ve como solución a la situación económica de millones. ¿Algún apoyo, en cambio, a las muy pequeñas, pequeñas y medianas empresas para que mantengan su planta productiva? No, nada. Únicamente Claudia Sheinbaum ha puesto en marcha un plan de apoyos mínimos en la CDMX para negocios que están en riesgo de cerrar.
Para el gobierno federal ha sido sencillo culpar a los patrones y empresarios, convertir al esquema de subcontratación laboral en el nuevo villano para justificar la pérdida de empleos en México. No obstante, calla de forma omnímoda acerca de todas las fuentes de trabajo cercenadas por, y en, la administración federal, la disminución de salarios y el cómo, en un acto que atenta contra los derechos de los servidores públicos, se les pidió a diversos burócratas que no cobraran sus aguinaldos.
Culpar a la pandemia, a los hombres de negocios y comerciantes o al covid por la pérdida de empleo son pretextos. Se conoce bien que desde 2019 se inició una desaceleración en la economía y se incrementó la tasa de desempleo. Ese año alcanzó el 3.5% de la PEA (población económicamente activa); esto es, más de un millón 900 mil personas sin trabajo. Dicho nivel fue el más alto del que se tenga registro, solo un poco por debajo del porcentaje en 2015, que fue de un 3.9% (INEGI).
Específicamente, López Obrador culpó al outsourcing de la pérdida de más de 27 mil empleos en diciembre, aduciendo que así los empleadores no le pagarían a los trabajadores ni aguinaldo ni las prestaciones de fin de año. Olvida o desconoce que el despido no quita el derecho a uno u otras; el empleador la obligación a pagar todo ello de forma proporcional. Además de que ese desempleo, como ya se dijo, tampoco se debe a la subcontratación, sino a las deplorables o nulas políticas para apoyar la economía.
Al menos 85 naciones ofrecieron diversos tipos de apoyo a los distintos sectores de la iniciativa privada para que sus empresas no cerraran y no se incrementara el desempleo. Desde una disminución en las tasas impositivas o la condonación de algunos impuestos y servicios, hasta la inyección de dinero en efectivo para que pudieran mantener a su planta de trabajadores. En México, en cambio, se ha preferido decir que “hemos sorteado bien la crisis”.
Pero la realidad, que es igual de necia que el presidente AMLO, tiene también “otras cifras”, “otros datos” y estos son desalentadores. Así, el resto del mundo tendrá una contracción del PIB de un 4.4% y se recuperará (en promedio) para finales de este año. En nuestro país se calcula una contracción del PIB superior al 9% y la recuperación económica solo a partir del 2024.
El problema no es la subcontratación. Tampoco esa mafia difusa de empresarios a los cuales se les acusa públicamente, pero se les da contrataciones directas en privado. La situación que enfrenta México es terrible y potencializada por las pésimas decisiones, directrices y nulos programas del gobierno federal. López Obrador no se da cuenta que la 4T se ha convertido en el primer causante y promotor del desempleo en México.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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