COLUMNA INVITADA

¿Cómo yo terminé escribiendo en El Heraldo?

Hacerlo me ha dado experiencias fantásticas. La aventura que me trajo a escribir hoy aquí empezó en la época de mis quimios

OPINIÓN

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Laura Elena Gerdingh / Columna Invitada/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hacerlo me ha dado experiencias fantásticas. La aventura que me trajo a escribir hoy aquí empezó en la época de mis quimios
Todo empezó hace unos cuatro años. Estaba librando la batalla contra el cáncer de ovario Fase 4.

Enfrenté el diagnóstico con gran fortaleza, pero, conforme mi pronóstico empeoraba mi esperanza desvanecía.

Hasta recibir la estocada final, leí que era Fase 4 y supe estaba sentenciada a muerte. Todo residuo de esperanza que quedaba en mi ser fue asesinado por dos pequeñas palabras, Fase 4. 

Pero esa historia no es la que escribiré hoy, esa ya la escribí. Si te lo cuento, es sólo por que es un antecedente importante de por qué, yo, que no soy escritora, tengo esta maravillosa oportunidad de que tus ojos y mis palabras se encuentren. Fachada de otro encuentro mucho mas profundo, el de tu mente y la mía, tu corazón y el mío.

¿Te parece demasiado pretencioso para alguien que ni siquiera es escritor? Lo es, pero si vamos a soñar que sea en grande. ¿No?

Hacerlo me ha dado experiencias fantásticas e imborrables que ni imaginaba. La aventura que me trajo a escribir hoy aquí empezó en la época de mis quimios. Una tarde fui con mi querida amiga Gis a ver El Hombre de la Mancha al teatro. Desde que escuché los primeros acordes de Sueño Imposible se me erizó la piel y los ojos se me bañaron con lágrimas. Canté a todo pulmón y
aún mas corazón. “Con fé lo imposible (sobrevivir) soñar, al mal (el cáncer) combatir sin temor, vivir con los brazos abiertos, de pie soportar el dolor, ese es mi ideal, la estrella (que mis hijas tengan mamá por muchos años) alcanzar no importa cuan lejos se pueda encontrar…”.

Esa noche Gis me dijo “Laure, tu actitud es admirable, inspiras... deberías escribir.” Siempre me ha fascinado escribir, pero lo único que había escrito eran trabajos para congresos (soy psicoterapeuta). La idea me subyugó, y esa misma noche me senté frente a la computadora. Los pensamientos, sentimientos y vivencias que había estado experimentado se desbordaron, inundando el papel.

Aunque lo publiqué en grupos de mujeres en Facebook, no escribí en un inicio para los demás, lo hice para mi, para que mi adolorida alma tuviera desahogo. Resultó extremadamente terapéutico. Pero nunca hubiera podido imaginar la sorpresa que me esperaría al día siguiente.

Siempre he pensado que si le inviertes a la vida, ésta muchas veces te asombra con algo absolutamente insospechado. Mujeres contestaban a mi relato. Afirmaban que las había hecho reflexionar, que les había permitido ver las cosas desde otro punto de vista, que las había inspirado. Así desde ese momento los martes se volvieron especiales. Por las noches me sentaba a escribir y relataba lo que me iba sucediendo. Ellas me acompañaban, se preocupaban cuando algo iba mal y se alegraban cuando mejoraba. Mi cita con las palabras se tornó cada vez mas disfrutable. Mi forma de escribir ya no era fortuita, el placer ya no se derivaba de la descarga, sino de escoger la expresión que se ajustara de manera  mas precisa a lo que mi corazón sentía o a lo que mi mente pensaba. Escribir se volvió un placer inmaculado. Mis amables lectoras me animaron a que escribiera un libro… Escribir un libro. Claro que había soñado con hacerlo. Pero era eso, un sueño tan lejano como las estrellas. Las admiras, asumiéndolas inalcanzables. Si renuncias a conformarte con acariciar tus sueños, decides actuar y conseguirlos, dejan de ser inasequibles, primero en tu mente y luego en los hechos. Hoy mi libro es una emocionante realidad, espero me acompañes el 1 de enero para contarte la aventura que fue el materializarlo.

Por Laura Elena Gerdingh
*Psicoterapeuta y conferencista
@LGerdingh