La primavera del año 2009 se estrenaba con un programa llamado “El Gran Desafío”. Magda Rodríguez tuvo el reto de quedarse al frente del proyecto que había arrancado con muchos problemas y que, con tan solo 3 emisiones al aire, se quedó sin productor de un día al siguiente.
Yo era una de las participantes de dicha emisión en la que todos, a excepción del boxeador Jorge “El Travieso” Arce y su servidora, eran cantantes profesionales.
Magda tenía el reto de revivir el proyecto y cerrar filas en un equipo que estaba inconforme con lo que sucedía. Puedo asegurar que su entrada nos dio a todos la confianza de que ese barco a punto de hundirse, se levantaría sobre las olas y llegaría a su destino porque Magda era capaz de eso y mucho más.
Una mañana de viernes acudí, como normalmente hacía, a los ensayos del programa del domingo. Allí Ivonne Montero se dio cuenta de que algo raro estaba sucediendo con mis piernas. Esa misma tarde fui a dar el hospital en un muy mal estado físico. Allí me diagnosticaron quemaduras de tercer grado por un proceso de depilación láser; tenía fiebre y un malestar generalizado con lo cual el médico me ordenó reposo total de por lo menos 3 días y una serie de potingues que tenía que untarme en todas las zonas afectadas.
De inmediato le comuniqué a Magda lo que sucedía; ella tenía un show que levantar en menos de 36 horas y había que resolver mi ausencia.
De inmediato dispuso que se trasladara un equipo portátil a hacer un reportaje de lo que me ocurrió para documentarlo durante la emisión y justificar así mi ausencia. Enviaría además una microondas para transmitir en vivo desde mi casa y enlazarse hasta el foro para que dos de mis excompañeros de programa cantaran “en mi nombre” y me rescataran, evitando así mi descalificación.
¡Esa era Magda Rodríguez! La productora que siempre tenía una solución a la mano para las muy complejas demandas de la pantalla chica. De todos los productores con los que trabajé a lo largo de 25 años puedo decir que ella fue, sin lugar a dudas, la que mejor entendía a su audiencia y por eso sabía perfectamente cómo hacer sus programas. Desde que la conocí, supe de su entrega a la televisión, pero fui testigo de su dedicación y de cómo se dejaba la piel en cada programa cuando fue mi productora en ese proyecto.
Magda creaba, tenía visión y resolvía. Se arriesgaba y experimentaba, y si no funcionaba, volvía a intentar hasta dar en el clavo. Muchos cuestionaban sus contenidos, pero lo cierto es que en ellos regalaba oportunidades a mucha gente.
Era capaz de trabajar todo el día y aún tener energía ¡y ganas! de ir a fiestas, organizar cenas en su casa y hasta viajar.
La tele resentirá su ausencia; pero Magda fue ¡Tan Magda! que estoy segura de que no habrá quien la repita.
POR ATALA SARMIENTO
COLUMNAS.ESCENA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ATASARMI