MALOS MODOS

Quino

Mafalda sería hoy la dirigente que necesita la izquierda socialdemócrata en nuestro país. Y miren, sí

OPINIÓN

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Julio Patán /Malos Modos / Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Días atrás, hicimos un programa de despedida para Quino Leo Zuckerman, Nicolás Alvarado, mi camarada de periódico y amigo Alarcón, tremendo caricaturista, y su servidor. Con ironía, Nicolás dijo que Mafalda sería hoy la dirigente que necesita la izquierda socialdemócrata en nuestro país. Y miren, sí.

A la caricatura política le ha pasado algo raro. No hace mucho, tenía como protagonistas a un puñado de hombres que podríamos catalogar como de izquierda, con los notables Rius y Naranjo a la cabeza, y con el chileno-mexicano Palomo y Magú por ahí, cerquita. Qué importante era verlos en los periódicos y revistas: destilaban un ácido progresista muy necesario en aquellos días de priismo ultramontano, pero un ácido cascabelero, alegre, crítico en el sentido más amplio, ajeno a la militancia, no digamos a la fe. Hoy, la caricatura política, esa que se burla del poder, la indomesticable, la de a de veras, tiene exponentes tan notables como los propios Alarcón y Magú, Calderón o Rictus. Pero quienes debían tomar la estafeta de Naranjo o Rius han optado por el propagandismo: con fe ciega, aplauden al régimen, viven profesionalmente en un día de la marmota de 2006 (ya saben: 60 cartones mensuales contra Felipe Calderón), hacen una caricatura encabronada, vengativa y militante, y en su tiempo libre, que claramente no es poco, cazan opositores en las redes

Comento lo anterior porque en estos días atestiguamos otra rareza: que de ese bloque propagandístico brotaran homenajes tan sentidos a Quino, que, en lo sustancial, era su opuesto. Mafalda, en efecto, califica como una buena socialdemócrata: repudia la guerra, tiene mucho de feminista instintiva, abraza un internacionalismo dulce y teñido de lo que me gusta pensar que es melancolía porteña (¿recuerdan como sufre por el hambre y la violencia en el mundo?), pero sobre todo dialoga: escucha y quiere a sus amigos, que son muy diferentes a ella. Y es que sobre el modelo de Peanuts, la tira cómica de Charles M. Schulz, Quino creó un mosaico infantil de posiciones políticas. Como dijo Alarcón en el programa, a Susanita, con su clasismo impúdico, hoy probablemente la veríamos en el plantón de FRENAAA. Miguelito, por su parte, es de linaje fascista –su abuelo admira a Mussolini–, mientras que Manolito, el abarrotero, encarna el capitalismo más descarnado, Libertad es una chaira avant la lettre y Felipe, con su desgarramiento ontológico, un apolítico bonachón. Pero, lo dicho: dialogan y se quieren. Porque Quino, un hombre discreto que sin embargo se dijo claramente de izquierdas, logró una especie de milagro: hacernos entrañables hasta a sus personajes más discutibles: abrazaba al otro.

Esperemos, pues, a esa Mafalda que tanta falta hace, y releamos mientras, para darnos un respiro, a la original, tan amorosa.

Por JULIO PATÁN.
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
rcb