Cinco mercados de la Ciudad de los Palacios se han incendiado en los pasados días. En algunos casos las pérdidas han sido prácticamente totales; en otros, sólo se han visto afectados algunos locales. Sin duda muy extraño que todos hayan ocurrido en un periodo tan corto de tiempo.
Inició esta racha en el mercado de San Cosme, el cual se consumió en más de 50% (22 dic). Le siguió, un día después, el de Abelardo L. Rodríguez, y el 24 le tocó a La Merced (mil 500 locales incendiados, 500 personas desalojadas y dos muertos). En estos tres casos se informó que, en principio, el origen tuvo que ver con cortos circuitos.
En este año, el 15 de enero, al Morelos le tocó sufrir y, el sábado 18, el Mercado de las Flores de Xochimilco, con más de seis mil visitantes diarios, también fue presa del fuego, 12 locales ardieron, 20 más resultaron afectados.
Ante la inusitada temporada de fuego en mercados, no pocos ciudadanos preguntaron si no habrían sido provocados para cobrar “derecho de piso” por parte del crimen organizado. Inicialmente, el gobierno señaló que no, pero luego, en voz de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, se pasó a establecer que la respuesta a esa pregunta aún se desconoce; dijo que se investigará a profundidad y que se darán a conocer los resultados.
Hipótesis sobran, pero centrémonos en tres: los locatarios se han vuelto demasiado confiados, dejando de revisar las instalaciones eléctricas y/o dejando velas prendidas; se trata de amenazas y represalias del crimen organizado; o es una estrategia para comercializar de con esos espacios.
La primera suposición podría ser cierta, dado que las instalaciones eléctricas de los mercados no se caracterizan por su modernidad. Adicionalmente, esta teoría haría más sentido si hubiese estado acompañada de ajustes abruptos al suministro eléctrico en esos lugares, además de que los incendios se hubiesen dado en otros comercios, fábricas y hasta residencias de la zona. Todo parece indicar que es así.
La segunda hipótesis marcaría un hito por demás negativo para la ciudadanía. Aunque los grupos delincuenciales dicen tener una “ética” de no atentar contra civiles, atacar a los mercados es incidir en la base de la pirámide económica y ello impacta tanto a los locatarios como a quienes van a comprar. Esta lectura reforzaría las posiciones que señalan que el crimen organizado y el narcotráfico están más generalizados de lo que se quiere hacer creer.
La tercera opción amerita y permite una respuesta más inmediata y efectiva del gobierno; ya sea porque hay acción por parte de locatarios para forzar remodelaciones o reubicaciones (un indicio en ese sentido es que en Xochimilco sólo se incendió la parte no remodelada), o porque se trata de disputas por terrenos y qué hacer comercialmente con ellos —nuevos locales, oficinas, plazas, estacionamientos— (máxime si hay alguna autoridad involucrada).
¡Vaya asunto que le llegó directo a su escritorio a la jefa de Gobierno! Deberá darle prioridad, investigar minuciosamente y, en cualquier caso, actuar con rapidez. Siniestros que ocurren recurrentemente en centros concurridos es un tema que simplemente no puede esperar.
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POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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@MALOGUZMANVERO
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