Son pocos los momentos y las obras que cambian a una ciudad para siempre. Grandes proyectos urbanos que marcan el rumbo de las siguientes décadas, para bien o para mal. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas está en ese momento.
Ciudades como México o Monterrey profundizaron su dependencia al automóvil en los años 50s y 70s con obras como los ejes viales o la Macroplaza. Destruyeron edificios y áreas verdes que hoy serían atractivos turísticos o servicios ambientales invaluables.
Creían que darle más espacio a los autos las haría mejores, pero las volvió dos de las ciudades más desiguales y con el peor aire y tráfico del mundo.
Hoy gastan miles de millones de pesos en líneas de metro muy caras por pasos a desnivel estorbosos, calzadas peatonales elevadas enormes para desencarcelar sus parques metropolitanos Chapultepec o Fundidora; cablebuses, metrobuses, tranvías, trolebuses, calzadas, ciclovías o distritos de 20 minutos para que quienes menos tienen se muevan dignamente, y quienes más tienen se bajen del auto.
Todo insuficiente para revertir la magnitud de sus errores del pasado. Y no hay error más vergonzoso que no aprender de los errores de otros.
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Chiapas: Construcción de circuito interior podría retrasar el desarrollo urbano del estado
En Tuxtla el 89% se mueve a pie o en colectivo y, aunque agonizantes y vulnerados, aún sus ríos y corredores biológicos siguen vivos. El Río Sabinal, las reservas desde donde nacen los arroyos que lo alimentan y los parques urbanos que conecta, albergan 1435 especies de plantas y 43 de árboles, 126 especies de aves, 76 de reptiles, 53 de mamíferos, 24 de anfibios,15 de peces y 98 de hongos.
Sin embargo, el Secretario de Obras Públicas del estado anuncia a cuenta gotas un “Circuito Interior Chiapas de Corazón” como la panacea de la inversión y reflejo de su compromiso por atender necesidades del estado que nunca fueron atendidas.
Con este proyecto ya van más de 600 árboles talados para hacer puentes vehiculares, y planifica sacrificar más junto a los parques metropolitanos más importantes: Joyyo Mayu, Caña Hueca, Tucthlán y Fundamat.
El abogado Ángel Torres Culebro, como muchas personas sin formación en planeación y diseño urbano, cree que la modernidad es construir pasos a desnivel. Lo bueno que ya le informamos que existe amplia evidencia que construirlos es una de las peores decisiones posibles, ¿cuáles son las consecuencias a largo plazo?:
- Empeora el tráfico a mediano plazo porque induce la demanda de viajes en auto.
- Aumenta enfermedades asociadas a la mala calidad del aire, y el gasto de las familias en atenderse.
- Aumenta las muertes viales, especialmente de las personas que caminan, usan el colectivo y van a pie.
- Aumenta las desigualdades y la segregación social, creando barreras urbanas que dificultan aún más el movimiento a pie, en colectivo o en bici.
- Aumenta la inseguridad de peatones, especialmente mujeres, por crear espacios oscuros difíciles de transitar.
- Deteriora la infraestructura como banquetas, transporte público y monumentos que dan identidad a la ciudad.
- Disminuye la plusvalía de los predios vecinos debido al ruido, humo, tráfico y polvo.
- Empeora el estrés y la productividad por el tráfico inducido y por el aumento de tiempos de traslado.
- Aumenta las inundaciones al obstaculizar el flujo natural del agua de la cuenca.
- Destruye corredores biológicos entre el Parque Nacional Cañón del Sumidero y el Área Natural Protegida del Mactumatzá.
No se dan cuenta que compromete las finanzas municipales por el costo de proveer servicios más lejos, por aumento de la mancha urbana incentivada por el uso del automóvil. Y mantener esos puentes es muy caro. ¡Ni en Estados Unidos tienen para darles mantenimiento!
Toda la inversión y los empleos que puede generar un circuito interior puede obtenerse con un circuito que priorice al pueblo: carril confinado para transporte público eléctrico, banquetas arboladas con jardines de lluvia y áreas de absorción que conecten el follaje de todos los parques y áreas verdes en un gran corredor biológico, nuevas conexiones viales de baja velocidad entre las calles del poniente de la ciudad, con semáforos sincronizados. Todo esto también cuesta miles de millones de pesos.
Ángel Torres debe reflexionar, asesorarse y replantear su obra en Tuxtla. Los parques y camellones de la Ciudad Conejo son diamantes en bruto para el turismo. Mejorar las condiciones de movilidad del pueblo tuxtleco es saldar una deuda social. Tiene la alternativa en bandeja de plata.
Está a tiempo para decidir ser vanguardia, o pasar a la historia como quien siembra desdicha y compromete el futuro de Tuxtla, cometiendo el mismo error que desde hace más de 60 años muchas ciudades reconocieron. Lo estamos observando.
Por: Diego Cuesy, maestro en Diseño Urbano y Ciencias Sociales y licenciado en Relaciones Internacionales con enfoque en política pública. Twitter @diegoemilio21
