La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), publicó a través de sus redes sociales, una imagen de satélite en la que se aprecia la enorme tormenta de arena originada en el territorio desértico de Texas y Nuevo México, en los Estados Unidos y que dejó en penumbra a la ciudad de Chihuahua y a otros municipios del estado.
La tormenta se originó por la interacción de un fuerte sistema de presión que sopló a lo largo de la frontera norte entre México y Estados Unidos, con vientos sostenidos de entre 55 a 70 kilómetros por hora, con algunas ráfagas de 100, lo que generó una nube de arena que redujo la visibilidad en gran parte de Chihuahua.
La nube de partículas duró cerca de ocho horas, redujo la visibilidad de manera importante en zonas como la capital, Chihuahua, y elevó los niveles de contaminación en el área metropolitana de la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez.
Las consecuencias de la tormenta de polvo en esa zona y en parte de otros estados de la Unión Americana como Nuevo México y Texas se pueden medir en la salud con problemas como asma y alergias por las partículas que transporta el viento a través del aire y específicamente en esta semana se ha suscitado un cuadro excepcional, con la presencia de arena, combinada con nieve en estados como Colorado.
¿Cuáles son los estragos en el medio ambiente y en la salud?
Entre las múltiples consecuencias que se generan por las tormentas de arena, destaca la falta de visibilidad evidente, en algunos casos de reduce a cero y el cielo se mantiene oscuro por la cantidad de partículas suspendidas en el aire.
La arena que arrastra el viento deteriora el suelo fértil y empobrece las condiciones para la agricultura y la ganadería.
Se generan también lluvias “sucias” o “de barro”, pues el polvo suspendido se mezcla con el agua de lluvia y se precipita de nuevo, generando un ambiente terregoso.
Con la combinación entre viento y arena se esparcen microbios (virus, bacterias, hongos) capaces de causar enfermedades en el ser humano y en diferentes cultivos. Y en periodos como en el que estamos viviendo, se requiere precaución para prevenir los contagios.
El polvo en suspensión desencadena enfermedades y síndromes respiratorios en la población, además de trasladar minerales y materiales a lo largo de kilómetros que afectan el balance químico de otros ecosistemas.
El polvo puede disminuir la efectividad de paneles solares y tecnologías similares dependientes de los rayos del sol.
BAR