FEMINICIDIO

A 5 años del feminicidio de Fátima, su hermano Daniel murió por negligencia médica; esta es la historia de los Quintana

En 2015 la familia Quintana Gutiérrez vivió el feminicidio de Fátima Varinia de 12 años en el Estado de México, a 5 años Daniel de 16 años falleció, acusan negligencia médica

NACIONAL

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Lorena Gutiérrez madre de Daniel Quintana Gutiérrez.Foto: Arturo Vega

Daniel Quintana Gutiérrez, un joven de 16 años, tan fuerte como para jugar futbol americano en la posición de defensa, tan alto como para mirar a todos hacia abajo, murió en los brazos de su padre el 24 de noviembre, luego de haber visitado cuatro hospitales en Nuevo León y que ninguno de estos le brindara la atención médica que necesitaba.

Dani, como le decían sus familiares y quienes lo querían era estudiante de la prepa 2 de la Universidad de Nuevo León, con buenas calificaciones, mismas que le permitían ser parte del equipo de americano. La pandemia por covid-19 no le favorecía, a él un joven, un niño como lo describe su madre doña Lorena Gutiérrez, no le gustaba la sensación de estar encerrado.

En 2015, Dani y toda la familia había vivido el infierno; su hermana la pequeña Fátima Varinia de 12 años, fue violada, apuñalada y lapidada por tres hombres, sus vecinos, en “La Lupita” una pequeña comunidad de apenas 602 habitantes en Lerma, Estado de México.

El feminicidio de su hermana dejó en Dani una profunda herida, ella era su cómplice, su mano derecha, su ejemplo. Con apenas 10 años tuvo que ser testigo de hallazgo del cuerpo de “Tatis” semienterrado y totalmente lastimado.

Junto a su familia vivió el miedo y la necesidad de ser desplazado de su hogar, pues las autoridades dejaron libre a uno de los tres feminicidas de su hermana, un sujeto vinculado al crimen organizado; fueron las víctimas las que tuvieron que huir.

Durante su vida Dani experimentaba episodios de ansiedad, él no lograba superar el trauma, especialistas en el tema le brindaban atención y era con ayuda que él podía llevar el día a día.

Covid-19

La pandemia había sido un reto para Dani, el encierro y la incertidumbre no le favorecían a su condición, sin embargo, vía telefónica no dejaba de recibir sus terapias, además contaba con el apoyo de toda su familia.

Sus calificaciones habían bajado, pero no se preocupaba porque se sabía capaz de mejorarlas, sólo esperaba volver al salón de clases y al campo de entrenamiento.

El 21 de noviembre le comenzó un dolor en el estómago relata su madre, esos dolores atormentaban a Dani desde hacía tiempo, fue tratado en todos los hospitales a los que tuvo acceso la familia Quintana Gutiérrez y se la había diagnosticado migraña intestinal.

El joven estaba acostumbrado a vivir dolores muy intensos así que al sentir los primeros indicios de la enfermedad pensó “que era lo mismo de siempre”.

Todo empeoró ese martes 24 de noviembre, Dani se quejaba horrible del dolor, se presentaron vómitos constantes, él sólo bebía suero y agua de limón que le pedía a su madre le preparara.

Cuatro hospitales, cuatro negativas

El peregrinar de la familia comenzó en el Hospital Materno Infantil de Guadalupe Nuevo León, donde no quisieron atender a Dani, pues alegaron que la edad límite para ese centro eran 15 años con 7 meses, sin embargo, los médicos mencionaron que el menor presentaba una “fuerte crisis de ansiedad”, “ni siquiera lo revisaron, ¿cómo lo sabían?", cuenta la señora Lorena.

Un conocido de la familia recomendó llevarlo a un hospital privado de nombre San Vicente, los Quintana Gutiérrez acudieron hasta ahí, de nueva cuenta el médico que atendió al joven mencionó una crisis de ansiedad y recomendó llevarlo al Hospital Universitario, para que le dieran atención.

Una vez en el Hospital Universitario, el diagnostico seguía siendo el mismo: crisis de ansiedad. Nadie revisó a Daniel, ningún médico le practicó un examen, pero todos estaban de acuerdo con que el joven sufría ansiedad. El personal de este centro médico refirió a Daniel a un psiquiátrico para que controlaran la crisis.

La familia fue hasta el lugar en el que el médico volvió a coincidir con el diagnostico de sus colegas, sin previó examen;  el joven de 1,82 metros de estatura y más de 90 kilogramos fue medicado con antidepresivos y ansiolíticos, medicamentos de los cuales la familia desconoce la dosis.

Con Daniel completamente sedado, la familia regresó a su casa donde las cosas no mejoraron, él se quejaba del dolor, pero no era capaz de reaccionar debido al medicamento que se le había administrado.

Al ver que no había mejoras, la opción fue de nuevo el Hospital Universitario, donde otra vez no se atendió al joven, a pesar de las exigencias y los gritos de la señora Lorena que desesperada lanzaba para que atendieran a su hijo. Los médicos seguían firmes en que tenía una fuerte crisis se ansiedad y que se le iba a pasar con el medicamento que ya se le había administrado.

En ningún hospital quisieron admitir a Daniel, no le hicieron ningún examen, todos los médicos que lo atendieron coincidieron en que el muchacho sufría ansiedad.

“Yo les decía que no, a Daniel le duele el estómago, él no tiene ansiedad”, relata la señora Lorena.

Lorena Gutiérrez. Foto: Arturo Vega

Dani regresó de nuevo a su casa, ya no respondía, estaba completamente sedado. Desesperados todos acudieron a un médico particular que fue hasta su casa a revisarlo, confirmó que el joven no estaba en condiciones luego de que se le administraran los medicamentos psiquiátricos.

El médico pidió a la familia que bañaran a Dani, para que sintiera la sensación de agua en su cuerpo y trataran de darle agua, él sólo pudo con dos cucharadas y al beberlas “sacaba burbujitas” recuerda su madre. A la mañana siguiente el médico había prometido volver y practicarle unos estudios al joven para diagnosticarlo; ya no se logró.

Su padre el señor Jesús y sus familiares metieron a Daniel al baño y al poco rato, así en los brazos de don Jesús el hermanito de Fátima dejó de respirar. Trataron de darle los primeros auxilios para que se recuperara, la familia corrió por ayuda con los vecinos, pero Dani ya se había ido.

A tapar el pozo

Luego de la muerte de Daniel, ambulancias y servicios de salud llegaron hasta la casa en la que habitan en el desplazamiento los Quintana Gutiérrez.

“Después del niño ahogado, la casa estaba llena de ambulancias, de peritos”, dice Lorena.

El caso de Dani fue el resultado de la omisión, de la no garantía con la que viven las víctimas, acusa su madre.  La Ley de Víctimas dicta que se les debe otorgar el derecho a la salud y “a Daniel se lo negaron”, los médicos fueron omisos y negligentes, “ellos lo mataron”.

El apoyo llegó sólo hasta que Daniel estaba muerto, para que su cuerpo fuera trasladado desde Nuevo León hasta el Estado de México para que descansara al lado de su “Tatis”.

Se espera el resultado de la necropsia que le practicaron al cuerpo del joven de 16 años, un diagnostico preliminar apunta a que Dani tuvo “un agujero en la cavidad intestinal, que por ahí estuvo escapando el jugo gástrico y que había invadido los pulmones”.

De esta forma, la familia volvió a “La Lupita”, el sitio donde vivieron su primer infierno hace 5 años, cuando tres sujetos abusaron y asesinaron a su niña de 12 años, ahora para dejar el ataúd de Daniel a quién en cuatro hospitales no quisieron atenderlo.

Daniel Quintana Gutiérrez