La COP27 en Egipto privilegió el pago por daños climáticos. Básicamente se trata del principio “el que contamina paga”: los países con mayores ingresos pagan a los países más pobres para hacer frente a los impactos climáticos más inmediatos, como inundaciones, sequías y desertificación.
Renuentes en el pasado, los países desarrollados aceptaron proveer fondos, pero quedan temas por resolver como el del método de estimación de emisiones históricas bajo el cual, países como China o Singapur pueden ser fondeadores o receptores. La escala del reto es mayúscula y el fondeo escaso. Tan solo este año las inundaciones atípicas en Pakistán representaron pérdidas equivalentes al 9% de su PIB.
¿Centrarse en las pérdidas?
Pagar por pérdidas es necesario para las economías más vulnerables, pero parece más sabio invertir en la transición que ayude a evitar los daños esperados. La agricultura climáticamente inteligente, la transformación de sistemas de transporte, la transición energética y la conservación de ecosistemas que captan agua, protegen costas y son fuente de alimentos y medicinas son buenos ejemplos.
Enfocarse en pérdidas y daños deja escapar el foco en la oportunidad y el valor agregado de los recursos escasos, particularmente dentro del contexto económico del difícil de endeudamiento e inflación post-pandemia y de guerra en Ucrania.
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El cambio lo hacemos todos: ¿qué es la responsabilidad ambiental?
Pareciera que las negociaciones por el cambio climático suceden en la estratósfera, pero los impactos en el medio ambiente los vivimos todos. Aquí sugiero cuatro líneas de aterrizaje para personas comunes, las cuales ameritan un análisis propio:
- Funcionarios públicos
Como parte de la COP27, el Gobierno de México anunció un aumento en su ambición climática para al 2030. Se compromete a reducir emisiones en un 35% (en lugar de la meta anterior, 22%) mediante inversión de 48 mil millones de dólares en colaboración con Estados Unidos, particularmente a través de duplicar la capacidad instalada de energías renovables como la solar.
¡Excelente! Manos a la obra. Retomemos en la política pública el camino hacia la transición energética. El gobierno anunció utilizar el Programa Sembrando Vida y el Tren Maya como medios para lograr las metas. El diseño, criterios, monitoreo y alineación de políticas debe ser transparente y basado en ciencia para lograr el desafío.
- Empresarios
Las grandes empresas globales han hecho compromisos cero emisiones. Acciones de compensación de huella de carbono a través de mercados voluntarios, aumentar la transparencia y la rendición de cuentas sobre sus metas son pasos importantes. Articularse y promover prácticas sostenibles con sus proveedores en las cadenas de valor, invertir en energías renovables en sus procesos productivos, redundan en beneficios ambientales y son pilares de su eficiencia y competitividad.
- Organismos de desarrollo
La oportunidad está en fortalecer capacidades, articular esfuerzos y ser eficientes con el fondeo para la implementación de acciones. Ya hay recursos en terreno, aprovechemos al máximo.
- Ciudadanos
Con decisiones sencillas, motivamos y mantenemos el cambio. Por ejemplo, no desperdiciar alimentos, disminuir el consumo de alimentos con huella de carbono elevada como carne, vestir de forma inteligente y ser más conscientes de nuestro consumo eléctrico nos beneficia en el bolsillo, la salud y el medio ambiente. Ejerce tu derecho ciudadano a presionar a gobernantes y representantes, difunde el mensaje.
Por: María Elena Martínez Murillo, es consultora en desarrollo sostenible, Strategink. Maestra en Economía para el Desarrollo. Exbecaria Fulbright-García Robles. Twitter @mariaemmc
