Golpear y recortarle las orejas a un cachorro de perro con fines estéticos no es un delito de maltrato animal, aseguró un tribunal sobre el caso de un falso veterinario que no actuó con el fin de causar “un padecimiento grave al animal” cuando intentó atender a un perro que falleció tras la intervención quirúrgica.
El caso ocurrió en España cuando el falso veterinario falló tras haber realizado la operación estética que hacía a un cachorro de perro de la raza American Bully. Según la Audiencia Provincial de Valencia, en el proceso judicial no quedó demostrado que el dueño del perro conociera que la operación estaba prohibida al ser practicada por un hombre que se dedica a criar perros, pero que no cuenta con formación como veterinario.
El dueño del perro llevó al hogar del falso veterinario a su mascota para que le recortaran las orejas. La primera intervención quirúrgica ocurrió sin contratiempos. Días después el dueño del canino regresó al lugar para que le retiraran los puntos de sutura a su cachorro y fue ahí donde comenzaron las complicaciones, según informó El País.
El falso veterinario golpeó al cachorro para mostrar autoridad
Al llegar con el criador de perros, el cachorro fue sometido para que le retiraran los puntos de sutura de sus orejas; sin embargo, la cría de la raza American Bully no dejaba de moverse por lo que el falso veterinario lo golpeó para “mostrarle autoridad” y lo tomó del cuello y del lomo para azotarlo fuertemente sobre la mesa de acero en dos ocasiones que dejó al animal aturdido .
Tras los azotes que recibió sobre la mesa, el perro sufrió una perforación pulmonar por lo que su dueño lo llevó de inmediato a una clínica veterinaria donde el cachorro perdió la vida.
Después de la muerte del cachorro, los dueños exigieron al falso veterinario una indemnización por haber provocado el deceso de su mascota por daños y perjuicios sufridos, y aunque en un inicio el criador de perros fue condenado por maltrato animal y como autor de un delito de falsedad profesional, el Tribunal de Valencia lo exoneró del primer cargo.
Lo anterior fue dictado porque no se probó que el criador de perros produjera “un padecimiento grave al animal, pues no resulta de ninguna de las pruebas periciales practicadas”, como lo señala la sentencia publicada por el Tribunal.
“En concreto, no consta que la operación de corte de las orejas alterara la funcionalidad del órgano auditivo, ni menoscabara el bienestar del animal. En definitiva, los peritos no han proporcionado elementos de juicio o datos que permitan calificar esta operación como de graves consecuencias”, se sentó en la sentencia.
De tal manera que el acusado en su presunción de inocencia obliga a entender que actuó confiado en que no mataría al cachorro “... incluso en el caso de que se hubiera representado la mera posibilidad de que los golpes generaran complicaciones para la salud, incluso para la vida del animal. Esto sitúa su comportamiento en el terreno de la imprudencia, en este caso no penada, sin perjuicio de la responsabilidad civil que corresponda”.
Con información de El País.
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