¿Puede lo que comemos influir en nuestros estados de ánimo y en particular, en la depresión? Esta interrogante ha desatado muchos debates e incluso la psiquiatría nutricional, lo estudia de manera muy seria. Este ámbito se dedica a explorar cómo nuestra dieta puede ser un pilar fundamental en la prevención y el tratamiento de trastornos mentales, incluida la depresión. Monique Tello, doctora de la Universidad de Harvard, sostiene que las elecciones de comida en realidad sí son muy importantes.
En un artículo, la experta de Harvard sostiene que nuevos estudios sugieren que una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado y aceite de oliva, complementada con lácteos bajos en grasa y una variedad de antioxidantes, podría hacernos más felices. Por el contrario, una dieta que prioriza el consumo de carne roja y procesada, cereales refinados, dulces y productos lácteos ricos en grasas, parece abrir la puerta a un mayor riesgo de caer en las garras de la depresión.
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¿La depresión inclina la balanza hacia una mala alimentación o al revés?
Monique detalló que para disipar esta incógnita se han realizado estudios prospectivos que observan la influencia de la dieta en la salud mental a lo largo del tiempo. Los resultados son reveladores: aquellos que siguen una alimentación saludable, como la dieta mediterránea, muestran un riesgo significativamente menor de desarrollar síntomas depresivos.
La dieta mediterránea pone énfasis en frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva como grasa principal, complementándose con pescado, mariscos y una moderada ingesta de carne blanca. El vino, consumido con moderación, también forma parte de esta tradición. Este régimen ha sido reconocido mundialmente por sus beneficios para la salud cardiovascular y la longevidad.
Es importante tener alimentos de calidad para evitar la depresión
Lo que estos estudios subrayan es la importancia de la calidad sobre la cantidad en nuestra alimentación. Incluir una amplia gama de alimentos de origen vegetal y reducir la ingesta de productos procesados no solo beneficia nuestra salud física, sino que también puede ser un poderoso complemento para el tratamiento y la prevención de la depresión.
“Un patrón dietético caracterizado por un alto consumo de carne roja y/o procesada, cereales refinados, dulces, productos lácteos ricos en grasas, mantequilla, patatas y salsas ricas en grasas, y un bajo consumo de frutas y verduras se asocia con un mayor riesgo de depresión", sostiene Tello en su análisis.
“El consumo ocasional de estos alimentos 'malos' probablemente esté bien; recuerda, todo con moderación. Y, para los que intentan perder peso, no pueden equivocarse con las frutas y verduras de colores. Nadie engordó comiendo bayas o brócoli. Importa más la calidad que la cantidad. Y cuando se trata de lo que comemos, la calidad importa mucho”, concluye la experta.